de otros vehículos, frustrados por el taponamiento causado por los susodichos, tratando de volar muy por encima de la velocidad razonable, a unos 100 ó 120 kilómetros por hora.
»» Qué deprimentes e inelegantes son estupideces como la siguiente. ¿Por qué, en arterias de relativamente alta velocidad, ponen carteles rezando "Despacio Escuela" con la misma fuerza imperativa tanto en días escolares como en días feriados, tanto en horario escolar como a las 3 de la mañana, enseñando y obligando así a la gente a ignorarlos aun en el reducido lapso de tiempo cuando son en verdad vitales, cuando los niños entran a, o salen de, la escuela, y lapso que los automovilistas, por otra parte, no tienen por qué conocer; y, por analogía, enseñando y obligando así a la gente a desobedecer e ignorar otras indicaciones viales también; en vez de colocar carteles con la misma leyenda "Despacio Escuela" pero con el agregado de una luz intermitente y la leyenda adicional siguiente: "cuando luz prendida" como se hace en Vespuccia, donde los carteles se respetan porque, sí, son respetables.
Además, se podría mirar esta cuestión desde otra perspectiva - aquí, en Vespuccia, o en cualquier otra parte del mundo. ¿Por qué poner carteles de advertencia y admonición? ¿No es la presencia misma de niños - que sean escolares o no - o, en realidad, de cualquier grupo, aun de adultos - suficiente automática advertencia y admonición de estar alerta a cualquier eventualidad?
»» Y qué deprimentes e inelegantes son calzadas que, a veces, parecen como después de un terremoto o de un bombardeo, especialmente en los suburbios sur de esta capital.
»» Qué descansado y elegante es un tráfico en el cual todos los vehículos se mueven a, o cerca de, una velocidad establecida, en un flujo parejo, y con calzadas donde no hay que elegir dónde se va a pisar.
► Pensando en el futuro, estuvimos juntando datos sobre nuestra preocupación mayor, la alconafta y sus consecuencias.
Fuimos al consulado brasileño, preguntando específicamente sobre la alconafta brasileña. Nos aseguraron, con criminal irresponsabilidad, que no hay problema porque, en Brasil, hay nafta común; y es recién después de nuestras insistentes dudas sobre el particular, basadas en las informaciones recogidas anteriormente, que salieron con que, ah, sí, la nafta tiene alcohol. Si no hubiésemos insistido tanto en nuestras dudas, nos hubiésemos ido con el alivio basado en falsedad, de que hay nafta pura y simple en el Brasil.
Fuimos al Automóvil Club Argentino, donde un capataz miró nuestro coche y opinó que, siendo de industria vespucciana, no tendríamos que tener problemas; una opinión solamente, no una ciencia cierta, pero ojalá tenga razón.