> En el renglón de la suciedad, a más de las nevadas de basuras tiradas por los ciudadanos ordinarios, nos topamos, en las afueras de la ciudad, con tres aludes difíciles de creer sin haberlos visto y olfateado.
→→ En un caso, una camionada, varios metros cúbicos, de plumas de aves de corral, seguramente de algún matadero de dichas aves, volcada al borde de la ruta, y tapando un tercio del ancho de la ruta.
→→ En otro caso, sin relación con el anterior por encontrarse en un lugar totalmente diferente, una camionada de varias toneladas de vísceras y patas de aves de corral volcada igualmente al borde de la ruta y tapando un tercio de ésta, pudriéndose con el consiguiente hedor en el aire.
Por la gente, nos enteramos de que no era éste un caso único, que ya, en otras oportunidades, había ocurrido lo mismo.
Ahora se nos ocurre que quizás, sí, los dos casos puedan tener el mismo origen: las plumas, por un lado, lo demás, por otro. De todos modos, qué barbaridad.
→→ Y el tercer caso se refiere al envenenamiento del aire - y de centenares de pulmones respirándolo - por una gran pérdida de gas de un gasoducto, que se siente a centenares de metros. Por lo hablado con los vecinos, hace mucho que existe, pero no hay reclamo que surta efecto, y las cosas siguen sin corregir a pesar del daño de salud infligido a centenares de personas.
- Pero ¿no sería el propio interés de la Administración de gas evitar esta >>pérdida?
- Sí, tal vez. Pero, por otra parte, la Administración de electricidad está > perdiendo un 25/oo de la corriente que manda por las redes, a causa de >>conexiones ilegales. Entonces, parece que un poco más, un poco menos, no >>importa ...
> En cuanto a la prepotencia, se nos ocurrió una teoría quizás en descargo de los prepotentes. Nos va pareciendo que hay, por aquí, dos tipos de personalidades. Un tipo, de vagos y de más-o-menosistas, que son el lastre, y un tipo, de hacedores, de emprendedores, pero que no logran levantar vuelo como les gustaría, por la inercia de los demás. Y los prepotentes no serían prepotentes por naturaleza sino gentes emprendedoras irritadas por la inercia de los demás y que ventilan su frustración con exageraciones que parecen prepotencia.
Quizás los caminos y el tráfico de la Argentina sean la ilustración de lo susodicho.
»» Qué deprimente e inelegante es un tráfico, mezcla de vehículos reptando muy por debajo de la velocidad razonable, quizás a 40 ó 50 kilómetros por hora, y >>>>>>>> >>>>>>>>