Comentario nuestro, con el cual no quisimos amargarle la vida a nuestro interlocutor porque no hubiese servido propósito práctico alguno: sí, claro, pero nada de ello explica los brazos cortados, los cráneos truncados, los negativos mugrientos, ni los largos de las copias no sabemos si aleatorios o arbitrarios.
║ De todos modos, parece que el único laboratorio más o menos decente en esta parte de América se encuentra en Rio de Janeiro. Veremos. Esperemos que, mientras tanto, no se nos vayan a ir debilitando los negativos nuestros.
> En el tren urbano subterráneo de Buenos Aires, algunas estaciones tienen hermosos murales de mayólica.
> En un mapa, se ve claramente que Buenos Aires tiene un gran frente sobre el río de la Plata; pero, en la vida diaria, el río no existe. Hay que verdaderamente querer verlo para verlo.
Quisimos verlo. Nos costó desenredar un laberinto de vías de acceso. Pero bien valió la pena. Una vez en la costanera, se nos abrieron horizontes, y no solamente físicos sino también abstractos, mayormente abstractos. Horizontes invitando, conjurando, temas diferentes, según uno se dé vuelta hacia el agua o, de espaldas al agua, hacia tierra adentro.
♦⇔⇔♦ Mirando el agua - curiosamente ortografiada Río de la Plata, por aquí, cuando lo sólito es río Uruguay, río Paraná, etc.
* Decimos agua y no río, porque la realidad así nos obliga. Quien ve el ancho del agua extenderse hacia el horizonte hasta juntarse con el cielo, sin otra orilla a la vista, quien se fija en un mapa y ve los dos poderosos ríos, el Uruguay y el Paraná, desembocar como, comparativamente hablando, dos hilitos en la masa de agua que tenemos a la vista, quien se da cuenta de que, aunque los dichos dos ríos no existiesen, la masa de agua que tenemos a la vista existiría, tiene que reconocer que lo que vemos no es un río, que es un brazo de mar que, inclusive, se merece el calificativo de continental.
Entonces, considerando, como muestra de buena voluntad, que, si bien no es un estuario en el sentido habitual de la palabra, sirve de estuario conjunto al río Uruguay y al río Paraná, para nosotros es, no el río, sino el estuario de la Plata.
* Claro, la propia denominación de, de la Plata, impone la sorprendida pregunta - y asimismo el nombre de la Argentina la impone - de por qué tanta insistencia en el metal precioso, tanto en el agua como en el país, cuando no hay plata a la vista ni en el agua ni en el país.
La explicación que se da es que, entre los primeros Europeos en estas aguas, algunos vieron a un autóctono con algo de plata en su posesión, y concluyeron que debía de haber riqueza de plata, o sea riqueza argentina, en >>>>>>>>