diario de Bahía Blanca que no sería recibido en Buenos Aires hasta después de algunas horas más; y le faltaban mechones de pelo; y podía pensar mejor, con más claridad.
ø3 En el año 1980, dos automovilistas chilenos, que viajaban en la zona de Bahía Blanca, se dieron cuenta, de repente, de una luz potentísima que les venía de atrás. Se sintieron levantados por dicho haz de luz, incluyendo el coche mismo, y llevados así sobre una base de luz hasta un pueblo adonde les hubiese llevado su trayecto de todos modos; pero con el hecho poco explicable de que, cuando se encontraron en dicho pueblo, nuevamente en estado normal, no tenían una gota de nafta en su tanque, o sea que se esfumó una cantidad de nafta, sin haberse manejado, mucho mayor de la que hubiese sido necesaria para recorrer la distancia manejando.
Según nuestro periodista, también hubo otros casos, pero de los cuales no se acuerda lo suficientemente para poder describirlos. Y avistamientos de objetos en vuelo, y, a veces, en el suelo, pero sin contactos, hubo muchos, una infinidad, dijo.
En los tres casos citados por el periodista, se destaca un elemento en común: el uso de haces de luz, no como algo solamente luminoso e intangible, como lo conocemos en nuestras vidas terrenales, sino como un elemento compacto, tangible, capaz de levantar y transportar pesos; o sea la utilización de fotones para transporte y propulsión, posibilidad que la ciencia terrestre ya estuvo contemplando también, por lo menos a nivel de cálculos teóricos.
Nos preguntamos qué datos más concretos, por ser más frescos y más directos, podríamos recoger si nos fuéramos a aquel sitio de Córdoba donde recientemente aterrizó algo volador. En los diarios apareció una fotografía del lugar de aterrizaje, dejado quemado por ese algo volador.
¿Estamos nosotros, los Terrícolas, frente a estos platos voladores - vistos por pocos, tocados por nadie, esporádicos, impredecibles ni en tiempo ni en lugar, por lo menos algunas veces confundidos con fenómenos u objetos de otra índole, dramatizados por unos, descartados por otros - en la misma posición que los autóctonos paraborígenes frente a los primeros barcos españoles merodeando a lo largo de las costas, aquellos castillos flotantes, vistos por pocos, tocados por nadie, esporádicos, impredecibles ni en tiempo ni en lugar, por lo menos algunas veces confundidos con fenómenos u objetos de otra índole, dramatizados por unos, descartados por otros?
¿Y no podría ocurrir algún día con los platos voladores lo que ocurrió con los castillos flotantes, que vendrán más seguido, más numerosos, para quedarse?
Aquí, en Bahía Blanca, la otra persona que se mostró dispuesta a hablar personalmente en vez de mandarnos a otros entendidos fue un veterinario empleado en la sección de sanidad de la Municipalidad, quien nos dijo no tener >>>>>>>>