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La única particularidad de este apostadero es que los leones tienen su tráfico bien organizado. Para ir al agua, se echan desde una altura por un costado vertical de la roca, y para regresar a casa, vienen por otro costado que tiene una rampa prácticamente ad hoc.

Con todo, hemos venido aquí para ver que no valía la pena venir aquí; salvo todo lo muy hermoso que vimos en camino; y todo ese hermoso que vimos no figura en ninguna parte para el conocimiento del público, quien viene y se va por otro lado.  Tuvimos que descubrírnoslo nosotros para nosotros.

Vamos a pasar la noche en Punta Delgada.

Ni sabemos qué pasó con la huelga de hoy. No tuvimos el tiempo de ocuparnos; además, no es fácil conseguir noticias en la radio, salvo, se entiende, todo lo concerniente a boxeo, pesca, carreras automovilísticas, balompié, los que se merecen, cada uno, charlas ad infinitum.

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ºOº  Esta mañana, estamos regresando hacia el istmo de conexión de la península. El camino nos apartó del mar, y de sus vistas; pero nos tienen ocupados docenas de ñandúes que, en agregado, deben de llegar al centenar, y también ovejas, conejos; y el camino mismo, tan malo que ir a paso humano es pecar por exceso de velocidad.

También vemos otro aspecto más de esta península repleta de variedad: cuencas de grandes extensiones y de muy suaves declives, con sus fondos ocupados por salinas. Una tal cuenca se destaca por la incongruencia de alcanzar una altitud negativa - ¿no sería mejor decir bajitud o baritud? - de unos 39 metros debajo del nivel del mar, tan cerca del mar por todos los costados; la más baja hondura de América del Sur. Otra medición - o será estimación - dice 42 metros debajo del nivel del mar; parece que impera, en baritudes, la misma fantasía que tantas veces nos sorprendió, y finalmente divirtió, en altitudes. De todos modos, nos acordamos de las baritudes aun mayores en Alta California, algo de -70 metros en el Salton Sea y algo de -86 metros en un punto de Death Valley; baritudes más profundas pero mucho más alejadas del mar, bien tierra adentro, allí.

Desfilando de regreso por el istmo a tierra más firme, y rememorándonos, como última y única cosa por hacer, los muchos intereses de esta península multifacética - su mar abierto, sus grandes golfos muy cerrados, su caleta casi hermética y tan cambiante con la marea, su costa, tanto a ras de mar como en las alturas de enhiestos acantilados, sus hipopélagos en lo que es el único apostadero no insular del globo de estos animales, sus leones marinos, pingüinos, otras aves marinas, ñandúes.