La vegetación sigue esteparia; nos preguntamos cuándo, por fin, después de viajar ya tanto en la Argentina, veremos la Argentina legendaria de las carnes y de los granos.
Por otra parte, no tenemos dudas de que nos estamos acercando a centros poblados, por la creciente densidad de basura arrojada a ambos lados del camino, y que ahora llega a un nivel mexicano.
No sabemos si vamos a llegar a Rawson o a la ciudad vecina de Trelew, porque, en una bifurcación reciente, no había carteles.
Bueno, llegamos a Trelew y no Rawson.
Ya en seguidita, sin problemas, búsquedas, ni dolores de cabeza, solucionamos los dos casos de mantenimiento del vehículo: cambiar dos neumáticos de lado, porque un lado se desgastaba irregularmente, y arreglar de una vez la luz de dirección y de posición que, otra vez, había fallado. Ambas cosas, con gente muy amable y cuidadosa en su trabajo.
Por otra parte, ya que estamos en Trelew, no lejos de la localidad de Gaiman, donde se encuentra la fábrica central de la empresa alguera cuya filial visitamos con tanto interés en Camarones, ahí vamos ahora.
Listo. Los socios nos atendieron sumamente bien, y tenemos cita para mañana por la mañana para visitar la fábrica.
Vamos a pasar la noche debajo de una hilera de árboles, altos, añejos, frondosos, que, junto con otras hileras, hacen que Trelew y sus aledaños sean un oasis en el medio de la estepa. Todo, sin misterio, por el solo milagro del riego: a lo largo de la hilera que nos sirve de dormitorio, hay una acequia con agua en permanencia, lo que hace tangible la cruda realidad de que el 75/oo de este país de ganadería y agricultura no se puede cultivar sin riego.
Božka está preparando la cena. ¿Qué? ¡Salmón! Cuarta variación sobre el tema. Y esperamos que los restos de las variaciones anteriores, por ser ya cocidas, no se echaran a perder antes de su ingurgitación mañana o pasado.
La misma aventura que con la pierna de oso polar del cazador inuk. Incluso, el sabor a pescado, en común. En realidad, aventura bien peor, porque, en el Artico, con 30/40 grados bajo cero (centígrados o Fahrenheit, más o menos lo mismo da) no había urgencia en consumir el bicho. Bueno; con este salmón, veremos.
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Ya está. Visitamos la fábrica. Mucho, y de mucho interés, para anotar. Pero, más adelante, si no, se nos corta el día.