mercados, la carne en la Argentina, con toda la carestía que le ven los Argentinos, es de 80 a 90/oo más barata que en Vespuccia, mientras que verdura y fruta son solamente 40 a 50/oo más baratas que en Vespuccia.
Conviene aclarar, para dar todo su verdadero significado a lo recién dicho, que, cuando un Argentino dice "carne", no piensa "carne", piensa "vacuno" porque es una evidencia para él - tan evidente que ni se da cuenta de que el caso existe - que ovinos y porcinos son ovinos y porcinos, de ninguna manera, carne.
Al respecto, la carne vacuna tiene tanta importancia, casi exclusividad, en la Argentina, que la palabra inglesa beef, castellanizada en bife, llegó a significar tajada de animal aun otro que vacuno; así, Božka escucha las amas de casa pedir un "bife de cordero", en su etimología, un "vacuno de cordero", sin que las dignas amas de casa se den cuenta de la barbaridad, naturalmente.
La carretera, de asfalto ahora, como previsto; no autopista de primera pero muy buena, y realmente un lujo para el poco tráfico que hay. El chofer de la Expedición tiene que ir re-acostumbrándose a manejar por la derecha. En los caminos no asfaltados, no había derecha o izquierda, se manejaba por dónde era menos penoso, por la derecha o la izquierda, probando por aquí, probando por allá, e incluso, como comentamos a veces, fuera del camino, por huellas inoficiales laterales.
Así recorrimos, hoy, la distancia de dos paralelos; desde un poco al norte del paralelo 52 hasta un poco al norte del paralelo 50, donde ahora vamos a pernoctar.
. .
*
▪
No buena, la noche; con permanentes sacudidas del coche por el viento - lo que no deja de extrañarnos porque no condice con la buena suerte que tuvimos, anoche, de encontrar para instalarnos, en una pequeña cantera, la protección de un sitio cerrado por tres costados donde calzamos el coche como en un estuche.
Al salir, recién, de ahí, y enfrentarnos con las realidades de la vida, a saber la fuerza arrolladora de la masa de viento barriendo la estepa con una densidad más parecida a la del agua que la del aire, nos extrañamos menos.
Ahora mismo, viajar en este viento hacia nuestra próxima meta, el puerto de San Julián, es una permanente doma del coche, como si éste fuera un potro mañero que no quiere quedarse en su camino recto. Lo curioso, por lo menos para nosotros, es que este viento no es el producto del océano, sino que sopla, como siempre desde que ingresamos a la Patagonia argentina en Bariloche, desde el oeste.