de buena voluntad, porque mientras una persona no comete una infracción, no hay por qué molestarla en su vida. Pero ¿qué le importa a la policía de dónde uno viene, a dónde va, y la profesión de uno, y todos estos datos, no sólo del conductor de cada vehículo, sino de todos los ocupantes de todos los vehículos? Una verdadera frontera dictatorial interna dentro de un país.
A pocos kilómetros de Río Gallegos, se encuentra el paraje Güer Aike, de antecedentes doblemente violentos.
Aquí fue que ocurrió una confrontación armada entre Tehuelches y Mapuches, por cuestiones de razzia, incluyendo el robo, la abducción, de muchachas núbiles para los jóvenes del otro bando - según una costumbre, por otra parte, bastante difundida en muchas partes de la Tierra, de conseguir futuras esposas. Casi un ritual.
Aquí fue también que, en tiempos mucho más recientes, se solucionó un conflicto laboral. En la tercera década de este siglo, los peones de campo de esta zona pedían mejores condiciones de sobrevivencia: pedían
- que se les diera un reparo para no tener que dormir a la intemperie;
- que se les diera permiso de prender una vela de noche, cuando necesario;
- que los medicamentos tuvieran su modo de empleo escrito en castellano y no >>en inglés, para que lo pudieran entender;
- que se les diera un día, aunque sea un solo día, por semana, de franco para >>su aseo personal y otras necesidades.
Los patronos consideraban dichos pedidos intolerables y los desoían. Así, los peones, un buen día, se pusieron en huelga: vino el ejército, mandado de Buenos Aires, para solucionar el caso; y el caso lo solucionó, porque nunca más se escuchó a los peones: los fusiló a todos, más de mil que eran.
Comentario nuestro: cómo extrañarse que, en la década siguiente, Perón empezó a cumplir, y Evita a dignificar.
Hoy, en el barranco donde ocurrió el hecho, vimos dos cruces.
Sigue la estepa, pero otra vez más árida aquí que más al sur, y casi totalmente vacía de ovejas, si bien siempre prolijamente alambrada sobre decenas de kilómetros por fortunas de postes, varillas y alambres. Es de preguntarse cuándo veremos, por fin, la Argentina estereotipada de las fabulosas pampas, uno de los graneros y frigoríficos de la Tierra.
Mientras tanto, lo único que escuchamos respecto a carne, desde que estamos en la Argentina, es que escasea y es cara.
Con todo, el consumo anual de carne por habitante, niños incluidos, en la Argentina, es de 110 kilogramos, y no sin buena razón: según Božka ve en los >>>>>>>>