Se está terminando este domingo con viento, viento, trabajo, trabajo. Nos preguntamos qué apuro tenemos en llegar a Río Gallegos, mañana: recién, por radio informaron que tienen vientos de 90/95 kilómetros por hora.
Una lauchita, disparando de mata en mata. Pájaros chicos, pájaros grandes, pájaros saltarines, pájaros aeronavegantes, pájaros corredores, pájaros cantores, pájaros chillones, pájaros eternamente taciturnos. Liebres eligiéndose epicúreamente sus bocados vespertinos. Murmullos del Estrecho en la distancia. Un zorro, que se escucha sucesivamente desde varios lados alrededor de nosotros, quejándose iracundamente de nuestra presencia, pero que no se ve. La oscuridad que se asienta lentamente.
Mañana, a entrar a Argentina con registro de manejar vencido.
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Ya está. Después de un último vistazo al golfo de entrada al estrecho de Magallanes, después de una tanda matutina de lo que era probablemente insultos del zorro irritado por nuestra presencia, y con unos pocos kilómetros, cruzamos la frontera chileno-argentina, dejando así Chile por cuarta y última vez, e ingresando a la Argentina por cuarta, si bien probablemente no última, vez.
El cruce fue sin novedad, salvo que, en esta cuarta entrada a la Argentina, fue la primera vez que vimos la amable palabra "Bienvenidos" en el cartel argentino.
Apenas salidos del recinto aduanero, nos sorprende, a nuestra izquierda, un campo de lava, de lava bastante convulsionada; no por nada se lo llama el Escorial del Diablo. El nombre más oficial siendo Pali Aike.
El Pali Aike que mencionamos en Jujuy, por su fama en el mundo de la paleontología, por los paleo-huesos de caballos encontrados en una cueva de la zona, fechados por C-14 a 6689 a.C. - más de 8.000 años antes de la llegada de los Españoles, cuando es dogma que no había caballos en América antes de la llegada de los Españoles - y, por colmo, huesos quemados, como restos de comida.
Incidentalmente, el hallazgo de tales paleo-equinos puede ser notable, pero la presencia humana en esa época y esta región no está fuera de contexto. Se encontró otra cueva con restos de ocupación humana, fechada por C-14 sobre carbón de leña a 8760 a.C.; y otra cueva con restos de ocupación humana, fechada por C-14 sobre plantas desecadas en estiércol de perezoso a 8882 a.C.
Todas esas fechas ridículamente exactas, se entiende que con un buen puñado de decenios de margen en más o en menos - lo que nada cambia a la perspectiva cronológica.