Luego, la sorpresa, quizás no aumentó, pero se expandió, cuando nos enteramos de que el hombre también es fotógrafo artístico, habiendo aprendido y dominado todos los trucos de laboratorio con el solo recurso de manuales y mucha paciencia, de manera que, ahora, manda sus fotografías a concursos fotográficos; en este momento, justamente, un concurso en el Japón, nada más cercano de aquí. Y, a veces, recibe premios.
Naturalmente, fotografías, especialmente este tipo de fotografías, tienen que venir de algún laboratorio, y el laboratorio lo tiene en su propia casa: toda una habitación hecha laboratorio donde él tiene, según él mismo dijo, todo lo que un fotógrafo puede desear.
Mirando sus fotografías, hechas, por ejemplo, de un pedazo de una fotografía, ampliado, superpuesto sobre un fondo de otra fotografía, tomada otro día en otro lugar, y el conjunto, manipulado por trucos de laboratorio, le preguntamos dónde termina fotografía y dónde empieza falsificación. Nos contestó, de manera bastante razonable y convincente, que, al hacer lo que hace con las fotografías, no hace nada diferente de lo que hace cuando pinta, a saber que trata de crearse su mundo que no puede encontrar en el mundo real, sólo que por medios diferentes. En un caso, óleo sobre tela, en otro caso, técnicas fotográficas.
Todo esto, en esta franja de estepa barrida por los vientos magallánicos.
En cuanto a música, está representada, lamentablemente, por un órgano electrónico, lamentablemente provisto del nombre de cada nota sobre cada tecla, sin tomar en consideración que muchas teclas pueden representar dos, y hasta tres, nombres diferentes - y, lamentablemente, dichos nombres, en términos foráneos, ci, di, i (C, D, E) en vez de do, re, mi; otra intrusión de colonialismo cultural. Pero el órgano, él todavía no lo conoce bien, mejor toca ya la trompeta.
Ah, y claro - también finalmente nos acordamos, porque casi nos habíamos olvidado, de las puntas de flechas - las puntas de flechas, las tiene de varios tamaños, anchos, elongaciones, terminaciones, todas, de una piedra bien negra, salvo una, bien blanca. Nos regaló dos puntas de flechas negras y una fotografía.
Pasando a otro renglón de observación, no pudimos no notar la analogía entre la casa de este empleado de una empresa petrolera y la casa de los policías cerca de la bahía de Hudson, y la casa de los policías en McPherson, en los Northwest Territories. Las tres casas, entregadas como viviendas a sus empleados por grandes entidades, las tres casas, sin ningún asomo de lujo o de superfluo, pero con toda la comodidad moderna que se pueda desear en un hogar materialmente bien provisto y feliz.
Con esta visita, se hizo muy tarde. Estamos estacionados en el primerísimo sitio a mano en esta estepa para pasar la noche.