Quisimos mandarlas todas con lindas estampillas, que es la mitad de la razón para mandar este tipo de cartas; pero no había estampillas en el correo, sólo las deprimentes impresiones mecanizadas modernas. Quisimos mandar algunas certificadas; pero la ventanilla de certificados estaba cerrada. Otro tropiezo nuestro con la increíble ineficiencia de los servicios públicos argentinos.
Hablando de ineficiencia administrativa, aquí, en Ushuaia, una oficina de turismo distribuye, con toda diligencia y una sonrisa, varios folletos; y sobre temas no sin interés. Uno de los folletos ofrece tal prodigalidad de información que tiene sus dos lados cubiertos en finísimo tipo de imprenta. ¡Fantástico! Hasta que uno se dé cuenta de que es el mismito texto, verbatim, repetido a ambos lados de la hoja, con la variante, por colmo, de que la primera mitad del texto, en una página, se vuelve la segunda mitad en la otra página, y viceversa; no sólo ineficiencia, también vergüenza.
Y hablando de vergüenza, este mismo texto dice, entre otras cosas, esta otra vergüenza, verbatim: "Nuestro país se halla en la zona del cinturón de fuego del Pacífico que incluye la mayor parte de los volcanes en actividad; así como se registran los terremotos de mayor magnitud".
Uno no sabe por dónde empezar. Si cuestionar primero el contenido de lo susodicho, ya que la Argentina, como país, es geológicamente eminentemente estable y sólo su confín occidental está dentro del famoso círculo de fuego, o si vilipendiar la barbaridad subdesarrollada de la sintaxis que no se toleraría en un primer grado de escuela; destacando, además, el ahorro de tinta que sería simplemente el omitir las palabras "se registran".
Son las 20. Habitualmente, nos buscaríamos un sitio para dormir; pero tenemos una poderosa razón para querer cruzar las dos fronteras que separan esta Argentina insular de la Argentina continental, a lo más tardar el 31 de diciembre; la razón es que, el 31 de diciembre, le vence al chofer de la Expedición el registro de manejar. El renovado está todavía en Nueva York, porque, en estas partes de América, no había manera de hacerlo mandar. Y sería meterse en la boca del lobo querer cruzar fronteras con un registro vencido. Así que, para ganar kilómetros y tiempo, decidimos - a pesar de la hora, y tomando en consideración, además, que se podrá manejar con la luz del día hasta las 22:30, o incluso las 23 - viajar hasta la punta del lago Cami/Fagnano, a lo que fue nuestro dormitorio a la ida hacia Ushuaia.
Llegó el momento, pues, de cambiar 180 grados de rumbo. Del rumbo sur por tanto tiempo que se nos volvió una costumbre, al rumbo norte, para larguísimo rato. Circunstancia que nos vuelve un poco pensativos, para no decir tristes, porque nos hace sentir la realidad de que, si bien esta Expedición tiene todavía mucho por delante, ya está, y por mucho, más cerca de su fin que de su principio.
De ahora en adelante, rumbo hacia el norte