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entre una cosa y otra, una hora anduvimos con la puerta; en realidad, no era solamente la zona de la cerradura sino todo el perímetro de la puerta que estaba cementado por hielo a la carrocería; para las tres otras puertas, fue mucho más fácil: lo único que tuvimos que hacer fue prender la estufa de querosén adentro del vehículo y esperar que todo se caliente lo suficientemente como para aflojarlas.

  • Otra experiencia con el coche y el frío fue utilizar durante la noche, por primera vez, el calentador eléctrico del motor, que es parte del motor porque así lo habíamos pedido a la fábrica, y que se enchufa en la red de electricidad - cuando la hay - para mantener el motor tibio cuando parado en grandes fríos; esta mañana, después de lograr abrir las puertas, probamos: el motor arrancó sin problemas a pesar de una criotura de -21 grados.

    La noche que viene, vamos a probar dejar el motor sin su entibiamiento eléctrico en estos fríos, a ver cómo arrancará mañana; mejor aquí, por previsión, que en alguna soledad, por falta de previsión.

Y ahora, a ver si adelantamos las transcripciones.

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Pasaron el día y la noche extra. El día, atareado a presión, mayormente con las transcripciones, pues; la noche, mejor dicho su madrugada, esta madrugada, con su propia utilidad y su propia sorpresa, su propio obsequio.

Resulta que, a las cinco, y con -27 grados, Karel salió para prender el motor a ver cómo arrancaría después de su noche en semejante criotura sin su calentador eléctrico enchufado: aun sin haber sido entibiado, el motor prendió instantáneamente con media vuelta de la llave. Lo que nos da más confianza para casos de noches con fríos así en la soledad - casos que, seguramente, va a haber.

Y la sorpresa, el obsequio, fue probablemente como premio por nuestro espíritu de previsión con el motor. Tuvimos un espectáculo que nunca habíamos visto antes, y que no se repetirá, creemos, hasta fines de este siglo; y lo pudimos observar nítidamente como de una platea de primera fila en el frío - de -27 grados, a las 5 de la madrugada, que luego se fue a 30 grados bajo cero.

Resulta que, cuando Karel salió a ver cómo el motor arrancaría, descubrió, y admiró, un hechizante resplandor de Luna llena en la cobija de nieve; y empapándose así de la vista, le pareció, así, inconscientemente, que le pasaba algo raro a la Luna, que la Luna se estaba cambiando en media Luna, y por >>>>>>>>