trabajos que todavía habían quedado de ayer, salimos de nuestra cáscara a recorrer a pie un poco del Parque. Vimos turbales en formación, conchales arqueológicos y plantas carnívoras.
► Un turbal es, naturalmente, el lugar donde se va formando turba, el material utilizado como combustible, como para-carbón, donde no hay otra cosa. ¿Cómo se forma la turba?
▪ Todo empieza con un vegetal, como cualquier carbón aun de fina calidad; en este caso, un musgo que crece a orilla, y en el agua periférica, de una laguna; un musgo que va formando grandes masas esponjosas de un color externo rojizo anaranjado, acumulándose sobre sí mismo e invadiendo la laguna, de manera que pasan dos cosas:
… por una parte, las primeras capas del musgo se vuelven eventualmente las capas inferiores que sostienen las nuevas capas; por lo tanto, se quedan sin oxígeno, mueren, ennegrecen, pero no se descomponen durante siglos debido a la acidez del medio que no admite la presencia de bacterias;
… por otra parte, la laguna eventualmente desaparece y con ella desaparece la amplia provisión de agua.
▪ Cuando ello ocurre, cuando la gigantesca esponja de musgo puede absorber sólo la misma cantidad de agua que pierde por evaporación, se detiene el crecimiento y perece el sistema.
▪ Quién tendría la paciencia de quedarse sentado ahí siglos y siglos, eventualmente tendría a su disposición una turbera para calentarse la casa. Felizmente, este proceso, que nosotros vimos en formación, también estuvo ocurriendo en los siglos y milenios pasados, de manera que, hoy, la gente que necesita turba madura la tiene sin necesidad de esperar, siempre que no la haya agotado ya, como tantas cosas que toca la mano humana.
► Un conchal arqueológico es simplemente un basural de los siglos y milenios pasados, salvo que - como en aquellos tiempos no había latas de conservas, botellas rotas, plásticos de todos los colores y formas, ni electro-domésticos arruinados - se encuentra en un tal basural sólo restos de comidas de aquellas gentes, o sea, en este lugar, a orilla del mar, conchas y conchas y conchas, toneladas de conchas, lomas enteras de conchas, con, a veces, unos huesos como ser de guanaco para cambiar el menú.
Uno no puede dejar de asombrarse del volumen de tales conchales. Esa gente tiene que haber comido y vivido no al lado del basural sino sobre él mismo, cada vez más alto a medida que crecía.
Hoy, estos conchales están cubiertos por una capa de humus y de pasto, de manera que, para quien no sabe, parecen otra loma más. Pero, en este mundo, siempre hay alguien dispuesto a revelar secretos.