La prendemos de vez en cuando, pero en seguida no más, la apagamos. De no creerlo, cada vez, vez tras vez, surge del altoparlante la acidez, la destrucción, la alienación, de la música popular - o habría que llamarla antipopular - vespucciana, en un idioma que los Argentinos no tienen por qué entender; y cuando, una vez, las palabras eran en castellano, la acentuación que se les daba las hacía sonar como inglés. Es llanamente increíble esta socavación por dentro de la integridad cultural de un país a manos de su propio gobierno.
Sería interesante saber si habría lugar para un enjuiciamiento por lesa patria.
Y sigue nevando; parece que estamos teniendo una incongrua Navidad con nieve en este hemisferio sur.
Sin embargo, si bien así está a la vista que, aquí, puede nevar hasta en pleno verano, la extremidad sur de América está menos expuesta al frío austral que la extremidad norte del continente está expuesta al frío boreal, ello por dos razones.
Una razón obvia. Mientras la extremidad norte se extiende directamente dentro de su región polar, la extremidad sur se detiene antes siquiera de haber alcanzado su región polar. En el norte, nosotros llegamos hasta el paralelo 81; aquí, alcanzamos el paralelo 55.
Una razón más invisible. La región polar austral está rodeada por una cortina de vientos circunantárticos constantes que impiden una eficaz influencia climática mutua entre la zona fría del polo y la zona templada en su rededor, lo que significa que la punta meridional de América recibe menos que su porción de frío antártico.
De manera que esta punta sur del continente está menos fría que los límites norte del continente, a pesar de ser la Antártida más fría que el Artico - mientras no se hable de la atmósfera superior antártica que, curiosamente, o quizás lógicamente, entibia con mayor altitud.
Recién, en la radio, sintonizamos un boletín informativo. Con la última palabra, empezó la primera nota ácida en inglés; quizás pronto habría que empezar a dar los informativos, en inglés, para que la gente entienda.
Sigue nevando, felizmente sin demasiado viento. Parece que las llanuras esteparias del norte son mucho más violentamente ventosas que estas serranías, si bien, por radio, hablaron de vientos de 40 a 50 kilómetros por hora.
Un tiempo ideal para soñar sobre un mapa.
A nosotros nos interesa, naturalmente, el límite australísimo de América.