Aparecieron bosques, cubriendo quizás la mitad del terreno, cambiando totalmente la fisionomía del paisaje. Estos bosques, los espacios vacíos, y las ondulaciones topográficas, se combinan en un paisaje agradable alrededor de nosotros; y en la gran lejanía, frente a nosotros, vislumbramos un cordón de cerros que parecen ser altos.
El panorama sigue cambiando.
Las ondulaciones en nuestras inmediaciones se están acentuando; los espacios entre los bosques - ya casi se podrían llamar pastizales - ostentan incluso, a veces, los meandros de arroyitos; las altas cimas del horizonte van emergiendo de su lejanía, incluso parece que una de ellas está nevada.
El camino, otra vez, lamentablemente, malito.
Pero el paisaje se va volviendo cada vez más pintoresco, con la adición, ahora, de lagunas. Es realmente una sorpresa, de las agradables, después de todas las estepas de Chubut, Santa Cruz y demás, por más que aquellas también nos gustaron mucho; y cuando pensábamos ir de austero a rudo, encontramos aquí este pintoresquismo fuera de contexto.
La otra gran sorpresa es la cantidad de tráfico que, aquí, en esta Tierra de los Fuegos argentina, no menos que del lado chileno, surca los caminos de este fin del mundo; y con cada vehículo que cruzamos, que es cada momento, nuestra sorpresa va en aumento.
Mientras tanto, llegamos más cerca de las montañas - que se van delineando cada vez más como bastante escarpadas.
Ahá. Y apareció, como si fuera la culminación de este largo crescendo, el lago Cami, con los susodichos cerros detrás de él, con lo que estamos, otra vez, en un ambiente de la típica belleza de lagos y altas montañas.
Bueno, en los mapas, el lago no figura como Cami, que es su nombre original paraborigen - ya que paraborígenes en Tierra de los Fuegos también había, y de varios tipos - sino que figura como lago Fagnano.
Decidimos pasar la noche aquí, pero prescindiendo de la vista del lago y, sobre todo, de su viento, si bien este amainó un poco. Y henos ya instalados en la protección de los grandes árboles, diferentes de los árboles achaparrados y retorcidos, aun cuando substanciales, de los primeros bosques.
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