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respectivas condiciones meteorológicas extremas, en los empecinados esfuerzos, a costa de muchos barcos y de muchas vidas, para descubrir que, en contra de todas las esperanzas que motivaron los esfuerzos, ni el Paso ni el Estrecho es de utilidad práctica; con tiempo, para pensar en la extraordinaria barrera vertical que es el continente americano de Paso a Estrecho; y con tiempo, a la vez, para ocuparnos de tareas varias que nunca faltan; y hasta para escuchar la radio.

Música, lo que nosotros llamamos música, no hay.

Dimos con una disertación política. Nos confrontó, casi a fines de nuestra permanencia en Chile, con la misma contradicción que no sabemos explicar, que enfrentamos al principio de nuestra estadía en este país, a saber las denuncias, públicas, directas, claras, sin perifrases, del presente gobierno, acusándolo de todo, y de dictadura; y nosotros no entendemos, y no queremos meternos en política, pero nos parece que quien acusa, directamente, sin vueltas, públicamente, por radio, un gobierno de ser una dictadura - incluyendo, como caso reciente, de estar ocupando los locales periodísticos, de encarcelar sin proceso durante tres meses a un dirigente sindical y de liberarlo sin explicación - y lo puede hacer impunemente, demuestra con cada una de sus palabras que las cosas no pueden ser tan simples como él las pinta. No tenemos la explicación, no es realmente parte de nuestros intereses en esta Expedición, pero lo vemos y nos parece curioso.

Quizás la extraña coexistencia, de motivos de crítica al gobierno, y de tolerancia de las críticas por parte del gobierno, tenga su clave en la aseveración del gobierno de que no es dictadura sino dictablanda, en otras palabras, de que sí es dicta pero no dura sino blanda.

También escuchamos noticias. Son los mismos boletines que habíamos escuchado en otras partes de Chile, ya que las radiodifusoras centrales de Santiago tienen arreglos con emisoras de todas las demás regiones del país para difundir las noticias en cadena. Pero recién ahora, por alguna razón, se nos colmó nuestra capacidad de aguante del fenomenal desorden de presentación de los temas, desorden que seguramente debe de ser considerado como un sello distintivo de personalidad pero que sólo nos tuerce la paciencia: las noticias están desgranadas sin el menor orden, ya sea geográfico, o cronológico, o temático, o de importancia; parece sólo el orden de su llegada. Por ejemplo, el Papa en el Vaticano, el incendio de una vivienda precaria en Valparaíso, una estafa en Francia, un resultado deportivo, un accidente en Santiago, una bomba en Belfast, otro resultado deportivo, una inundación en Arabia Saudita, se cayó una avioneta en Minnesota. El único denominador común que le vemos a todo esto es su intranscendencia.

En el renglón de la publicidad, es bastante increíble que se siga ofreciendo mercaderías, por pies cúbicos, como heladeras; por pulgadas, como materiales de construcción; y lo más increíble es escuchar hablar de ofertas de "galones de 5 litros" cuando un galón - en el país que todavía anda atrasado en esta >>>>>>>>