Aprendimos lo siguiente.
≈≈• La vida útil de una oveja es de unos 5/6 años. O sea que se le saca 5/6 esquilas y otros tantos corderos, después de lo cual se la manda a matar.
≈≈• ¿Cuál es la relación oveja/hectárea? Para que suene técnico, se puede decir que es de 0,75 oveja por hectárea. Para que suene más natural, se puede decir que cada oveja necesita una hectárea y un tercio, o que cada 3 ovejas necesitan 4 hectáreas, naturalmente, de las tierras por aquí.
≈≈• Cada esquila rinde entre 4 kilogramos y 5,3 kilogramos por oveja. Naturalmente, cuanto más frío hizo en el invierno, más lana habrá crecido, pero, a mayor frío no necesariamente corresponde una mayor cosecha, porque llega un punto cuando el frío imposibilita la alimentación adecuada de las ovejas y la lana se vuelve quebradiza.
≈≈• La mejor lana, o por lo menos la lana más cotizada por los compradores, por ser la de fibras más largas, es la de borrego, o sea de animales de primera esquila, porque esta esquila rinde no solamente el crecimiento de un año, desde una esquila anterior, sino, de yapa, el crecimiento de, quizás, dos meses más que un año, desde el nacimiento del animal.
≈≈• Pero no siempre lo mejor es lo mejor. Ciertos compradores, vale decir ciertos países extranjeros a donde va a parar la lana, eligen el largo de la lana no por su calidad intrínseca sino por la maquinaria de que disponen, ya que no todas las maquinarias pueden procesar fibras largas o fibras cortas.
Preguntamos por qué se despacha al extranjero la lana bruta directamente de la espalda de la oveja, en vez de procesarla de alguna manera, como ser por lo menos limpiarla, o quizás otros pasos de industrialización, para dar más ocupación a la mano de obra nacional y traer más divisas al país; pero a ello no recibimos otra respuesta que un encogimiento de hombros.
Observamos los esquiladores trabajando duro y rápido. Es que cobran por cabeza.
Agarran un animal de un pequeño apartadero, con la misma facilidad como si pesara ya sólo los pocos kilogramos de lana, lo sientan en su trasero, con las cuatro patas hacia adelante, de manera que la oveja se vuelve realmente un indefenso bulto de lana, una grotesca estatua de resignación - salvo unas poquísimas que patalean, a las que hay que atar las patas traseras - y empiezan su corrida relámpago con la esquiladora eléctrica entre el cuero y la base de la lana, primero por la panza, que da sólo mechones de desechos, y luego por el vellón, que es realmente el oro en fibra de la oveja, logrando la proeza de separarlo en un impresionante pedazo único, como quitándole a la oveja un ajustado chaleco térmico de medida.