El medidor confirmó el hecho. Además, el otro neumático trasero también estaba un poco bajo; y en la misma medida; pero ello no era necesariamente una señal tranquilizadora. Al contrario, podía ser que ambos neumáticos estarían perdiendo, porque tenemos cubiertas sin cámaras y, según nos fue comentado por lugareños, el ripio patagónico puede, sin causar pinchazos, producir una multitud de micro-poros con una consiguiente micro-pérdida de aire.
Ante la impalatable posibilidad de despertarnos con ambas ruedas traseras desinfladas, decidimos privarnos de la encantadora compañía de las liebres e ir a pasar la noche en la reconfortante compañía de la estación de servicio de El Calafate. Ah, y en la misma ronda de inspección, Karel vio que nuestro coche se había vuelto tuerto: uno de sus cuatro faros, totalmente torcido, probablemente algún soporte roto por las trepidaciones.
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Esta mañana, felizmente sin problema de neumáticos. Quizás sólo sean las micro-pérdidas.
Nos pasamos buena parte del día en trabajos varios, como ser el arreglo del faro, el arreglo de un sensor de alarma, el relleno de la pulpería, y otros.
Falta un problema sin solucionar: algún mal contacto en una luz de posición, pero, como no es vital, preferimos esperar las aptitudes técnicas de un pueblo menos chico, porque, claro, el faro y el sensor, los arregló Karel.
La radioemisora de El Calafate tiene, como la de Bariloche tenía, un servicio de mensajes de vecinos a vecinos. Pero mientras, en Bariloche, los mensajes eran del tipo "el señor Rodríguez pide a don Rubencito que lo espere con dos caballos en la parada del colectivo", aquí, los mensajes son del tipo "la estancia La Serena comunica a sus vecinos que, mañana, empezará la señalada".
Ya son las 15:30, pero, de todos modos, estamos por salir hacia el sur, con sólo un corto desvío a pocos kilómetros de El Calafate para ver qué tal son unas pinturas rupestres.
Vimos qué tal no son las pinturas rupestres.
Claro que, nominalmente, podemos decir que vimos figuras de monos fueguinos, o para hacerlo más impresivo, de Fuego Pitecus Paaquensis, lo que, para hacerlo todavía más incomprensible y por lo tanto impresivo, podría ser Pire Pitecus Paaquensis; pero, en verdad, lo que vimos fueron unas sombras de fantasmas que podrían representar cueros de cuadrúpedos secándose. Hay que reconocer que todo está extremadamente esfumado en las rocas en plena intemperie frente al lago Argentino.