estaba reseca y no hacía presión. Finalmente, con un poco de aceite y paciencia, empezó a funcionar, y pusimos la presión a su punto requerido.
Estamos andando, y veremos si el neumático sigue perdiendo.
Siempre el mismo paisaje, salvo que se ve, quizás más frecuentemente - cada quince o veinte kilómetros - un establecimiento de campo.
Recién, tuvimos una muy interesante paradita en una laguna con flamencos rosados. Estos se estaban remojando los pies. Decidimos acercarnos a pie por la estepa, a ver qué pasa. Eventualmente, levantaron vuelo. Fue una sorpresiva, y sorprendente, maravilla ver estas manchas rojas flamear por el aire. La primera vez que vimos flamencos rosados en vuelo. Bien valió la pena.
Lástima que no estén más cerca
Pasamos por un paraje de nombre Tamel Aike; vale decir que cruzamos una frontera - hoy, naturalmente, ya inexistente - entre dos naciones paraborígenes. Desde aquí hasta el propio estrecho de Magallanes, muchos topónimos incluyen la voz Aike. Tapi Aike, Güer Aike, Kimiri Aike, Ototel Aike, y otros.
Recién vimos una mamá ñandú con sus quince a veinte ñanduitos huyendo a velocidad sorprendente.
Después de los últimos días y centenares de kilómetros de paisajes de colores indefinidos, indefinibles y opacos, de repente y sin previo aviso, nos impactó los ojos el crisol lleno de turquesa liquefiada llamado lago Cardiel. Probablemente habremos visto lagos así en Canadá, pero aquí, por el contraste con el entorno, una pura joya.
Otra mamá ñandú con su nube de ñanduitos. Esta vez, intentamos ver si nos podríamos acercar a pie. Pero sólo a caballo sería posible seguir su carrera.
En compensación quizás, tropezamos con un esqueleto de ñandú. De inmediato, hicimos la relación entre una pata de ñandú y aquellas figuras de triple digitación, o de pezuña terciada, en los aleros de las Manos.
Entre ayer y hoy, nos podríamos haber empezado una colección de patas - ¡oh, otra mamita ñandú feliz y preocupada con sus ñanduitos! - empezado una colección de patas, de guanaco, águila, ñandú, oveja - carcasas desecadas de ovejas hay por decenas; de liebre - liebres muertas también hay por decenas; y también podríamos tener una pata de armadillo si, en vez de hacer un esfuerzo para no pisarlos cuando se nos cruzaron delante de las ruedas, hubiésemos hecho el mismo esfuerzo para pisar alguno.
Coincidieron nuestra llegada a la estación del Automóvil Club Argentino de Tres Lagos y el atardecer, si no en términos de luz, por lo menos en términos de hora; y si bien nuestro neumático parece no haber perdido aire en todo el >>>>>>>>