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En nuestro viaje hacia el norte, ya hace rato que estamos pasando por el puente que cruza la unión de los dos lagos, Michigan y Huron, todavía en Vespuccia.

La estructura de este puente es enorme. Ya hace como diez minutos, si no más, que lo estuvimos divisando en la lejanía. Es el puente si no más largo, por lo menos entre los más largos, de la Tierra. Es un puente de suspensión con un largo de dos kilómetros y medio sin contar las rampas de acceso; con éstas, la longitud total se extiende a más de cinco kilómetros y medio, más exactamente a 5.760 metros. Tiene dos carriles en cada dirección; de los dos, uno, lo tiene de cemento, como una carretera normal, y el otro, de rejilla de metal, para uso preferente en casos de heladas y nevadas. Pudimos anotar todo lo anterior en el grabador - con largas interrupciones - y todavía no llegamos a la otra punta del puente.

Ahora, en la autopista que une dicho macro-puente y las ciudades de Sault Sainte Marie en sus lados de la frontera vespucciano-canadiense, o sea entre Michigan de este lado y Ontario del otro.

Recién acabamos de ver un cartel bien grande de vialidad, que no parece muy auspicioso; reza, en letras no menos ominosas, así:
"Para informaciones meteorológicas, sintonice tal y tal número en su radio".

Tal como estuvo sucediendo cuando viajábamos hacia el norte por la costa atlántica, los coníferos van desplazando los caducifolios - si bien por ahora hay todavía bastante de los dos tipos.

De nieve, todavía, nada. Es divertido ver los aficionados de esquiar - ¿por qué no de esquitación, como equitación? - andar con sus esquíes atados en los techos de sus coches, como almas perdidas y sin redención a la vista.

Siempre camino hacia Sault Sainte Marie, o sea Salto Santa María; el terreno está totalmente chato, los bosques han desaparecido, lo único que se ve es pastoreos de horizonte a horizonte.

Los pastoreos han desaparecido; otra vez, bosques.

Acabamos de dar una vuelta por el pueblo de Sault Sainte Marie vespucciano para ver qué tal son las esclusas, porque son aquellas que pertenecen al sistema de la Víalmar y de las cuales se dice que son las más activas de la Tierra.

Para empezar, de los pueblos vespuccianos ya nunca hablamos; pero éste se merece un comentario especial por lo feo y utilitario que es.