hacia nosotros para inspeccionarnos, acercándose un poco más desde un lado, moviéndose hacia otro lado para acercarse todavía más, con mucha curiosidad pero guardando las distancias. Once caballos, y con psicología de masas: cuando uno hace una cosa, los demás hacen lo mismo.
Los caballos
Antes de emprender viaje esta mañana, pensábamos que, durante las primeras horas del viaje, decidiríamos lo que no habíamos podido decidir hasta entonces, a saber si sí o si no nos valía la pena ir a ver unas pinturas rupestres al sur de Perito Moreno, mediante un desvío de más de 40 kilómetros. Con lo ocurrido hasta ahora, naturalmente ni pensar en ello pudimos. Hay que decidir ahora, o, por lo menos, antes de llegar al desvío.
Con la información, a veces contradictoria, que obra en nuestro poder, nos parece una meta de interés muy dudoso; pero sí, vamos a ir a lo que se conoce como Cuevas de las Manos, en el cañadón del río muy apropiadamente llamado Pinturas.
Fuimos. Vimos.
Vimos una larga hilera de aleros, más que cuevas de verdad, a lo largo de un impresionante paredón, enhiesto, de gran magnitud, y vimos la expresión rupestre de una infinidad de manos, mejor dicho de siluetas de manos; y también vimos muchos otros dibujos, algunos antropomorfos, algunos zoomorfos - algunos en combinación de antropomorfos y zoomorfos como ser tropillas de guanacos y partidas de cazadores, se supone - y vimos dibujos geométricos.
Pero son las manos - un tema que nos había parecido simplista, y es simplista - que cautivan y retienen la atención.
Algunas de las manos
Mientras todo lo demás adolece de la típica ineptitud de ejecución, común a tantas expresiones rupestres; y se puede explicar con la típica aseveración de propósito mágico ritual, común a tantas expresiones rupestres y arte primitivo en general; las manos, y algunas figuras que no son manos habituales, y algunas figuras que simplemente no son manos si bien tienen apéndices, presentan, a la vez, un interés visual fácil de captar y hasta de disfrutar, pero también interrogantes sin respuestas; y, por lo tanto, instilan dudas corroedoras.
Visualmente, la primera impresión de los centenares de manos - sin entrar a analizar los detalles - es, ya sea, de una estación votiva en un sitio religioso con todos sus anhelos y agradecimientos, ya sea, de un registro de identificación "el que pertenece a esta tribu, que se identifique aquí, con su impresión manual".
Entrando en detalles, aquí están.
░/ Se nota que las manos son izquierdas en su gran mayoría, siendo casi obligatorio suponer que es porque el impetrante o enlistado usaba su mano derecha para hacer el dibujo, mejor dicho, la pintura. Se podría hacer una estadística de los zurdos en aquella población pretérita por las pocas manos derechas representadas.