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Para empezar, apenas pudo cerrar la boca, le expresó al distinguido tiradientes su enojo en cuanto a la ética de literalmente taparle la boca al cliente y, sin consultar ni pedir permiso, dispararle tres metrallas de rayos X en 15 minutos en el mismo diente, encía y alrededores.

De todos modos, siendo que los síntomas pos-intervención tardarán unos días en asentarse, decidimos no aventurarnos hacia la punta sur del continente hasta después de tener la seguridad de que diente y gargantas se quedarán quietos.

Mientras tanto, este sedentarismo forzoso - de diez días ya en un sitio donde, normalmente, nos hubiésemos quedado un día o dos, y por las razones y en las circunstancias ya apuntadas - no se presta a pensamientos muy entusiasmantes.

Desde Colombia a esta parte, vamos teniendo más demoras de lo aceptable. Ahora, ésta misma; en Santiago de Chile, el catastrófico atraso de las fotografías; en Bolivia, la huelga general que nos dejó varados al borde del camino; en Bolivia también, la larga espera para la llegada de la bomba de nafta por vía aérea.  Y de nada serviría hacer una lista completa.

Ilustración dramática de la situación es, que, según nuestro plan original, teníamos que haber alcanzado Tierra del Fuego en los meses de diciembre o enero del verano pasado; que luego, empezaron a acumularse los retrasos de tal manera que nos preparábamos a enfrentar Tierra del Fuego en el mes de julio del invierno recién pasado; y que, ahora, vamos a llegar a Tierra del Fuego, si es que llegamos, durante otro verano, un año después del original.

Lo único bueno de la totalidad de estos atrasos, que viene a ser un verdadero ani-versario, es que, ahora, estamos nuevamente dentro del ciclo climático que nos guiaba originalmente, y tendríamos, salvo nuevos inconvenientes, que llegar a Brasil en su corta época anual sin lluvias. Lo que, viendo, como lo estamos experimentando aquí, en qué puede resultar una acumulación ininterrumpida de lluvia día y noche durante más de una semana, es un inmenso, cuán bienvenido, alivio.

Justamente esta mañana, Božka dio vuelta a un colchón que se apoyaba contra una hoja de plástico y constató con horror que, en el punto de contacto, se había acumulado tanta humedad que se había empezado a formar manchones de moho rojo y gris.

Pensando en el futuro, en Tierra del Fuego, ni siquiera podemos trazarnos un plan de acción para la maraña chileno-argentina de la punta del continente, por causa de la duda que pesa sobre nuestra posibilidad de poder reingresar a Chile - después de la advertencia que recibimos a nuestra salida de Chile que, en estricta teoría legal, ya no podríamos reingresar. Habrá que ver en la frontera misma qué va a suceder; y, hasta entonces, el viaje, en vez de tener el interés de las expectativas, tendrá el lastre de las dudas, aunque queramos creer que alguna manera encontraremos.