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Pasó otra noche, y está pasando otro día, y estamos todavía estacionados en uno de los puntos estratégicos de la panorámica de Llao Llao, combinando el deleite visual con la necesidad de ocuparse, como siempre, de quehaceres.

Y tampoco estaría mal que nos deshiciéramos, de una vez, de un resfrío con tos que, hace una semana, nos agarró y no nos quiere largar.

Mañana, seguiremos viaje hacia los nuevos horizontes del sur.

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No, no viajamos. Esta mañana, el día amaneció con una rabiosa mezcla de vientos y lluvias que prometía no ceder en todo el día, y no cedió. Así que decidimos, y estamos contentos de haber decidido, no arriesgarnos, con nuestra tos, en semejantes condiciones climáticas.

Qué vergüenza, estar luchando aquí con un vulgar resfrío, después de haber vivido tan sanos y saludables durante semanas de 30 grados bajo cero en el Artico. Es que, allá, no había el caldo de la civilización para contaminarnos.

Hoy, también hubo elecciones legislativas en la Argentina. A la tardecita, empezaron a darse los resultados. Otra vez, esa sensación curiosa de una democracia realmente múltiple.

Ya en otros países, durante esta Expedición, habíamos presenciado el palpitar de un sistema democrático realmente múltiple por la cantidad de partidos y candidatos que hacían promesas, pero aquí, en este momento, en la Argentina, esta multiplicidad se hace todavía más palpable porque aquí no se trata de proyectos y de promesas para el futuro sino de datos concretos logrados durante una jornada electoral ya cumplida. Qué impresión es escuchar la multiplicidad de resultados obtenidos por una complejidad de partidos, y comparar la variedad de opciones que ello supone con el simplista bipartidismo vespucciano. No sabemos nada de altas filosofías políticas, pero es innegable que uno se siente mucho más empapado de democracia en este ambiente de cinco o seis partidos muy divergentes, que en el casi monopartidismo de dos partidos parecidos entre sí como dos mellizos.

Otra diferencia entre elecciones como las vemos aquí y como existen en Vespuccia es que, en la Argentina, son una obligación para la ciudadanía, mientras que, en Vespuccia, son una opción. Aquí, el ciudadano está obligado a votar, o por lo menos a hacer acto de presencia en el lugar de los comicios aunque no quiera votar; y si no cumple con dicho deber, se expone a sanciones y toda clase de dificultades administrativas. Mientras que, en Vespuccia, parecería que poco le importa al sistema que los ciudadanos voten o no; y >>>>>>>>