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Vinieron a vivir la dura vida de desmontar un país, asunto aparentemente trivial por haber ocurrido innumerables veces en otras partes con otros pueblos, pero que, por alguna razón, suscitó buen número de libros de investigación, uno de ellos, publicado en 1974 ni por un Chileno, ni por un Alemán, sino por un Francés, de más de mil páginas, con el rigor y la objetividad de un trabajo científico. En realidad, esta zona de Chile podría ser tema de una fábula con moraleja, eligiendo adecuadamente los personajes, como ser, por ejemplo, lauchas, coyotes, castores y zorros.

Resulta que, primero, hubo aquí lauchas, los paraborígenes, los Huilliches, viviendo en íntima relación con la naturaleza. Luego, aparecieron los coyotes, perdón, los depredadores españoles, quienes mataron, aplastaron, desplazaron, a diestra y siniestra, las lauchas-Huilliches, y se dedicaron a su histeria favorita, la extracción, fundición y acuñamiento de oro. Pero, romperse el lomo con el duro trabajo de desmontar la tierra, no. Para ello, atrayeron a los castores - bueno, los Alemanes - los que, con su tesón, lograron desarrollar y acumular mucha riqueza. Y finalmente, con vida ya más cómoda, y acumulación de riquezas, aparecieron los zorros, bueno los Arabes, para dedicarse a la limpia, si bien obligadamente, hay que reconocer, astuta, actividad del comercio, sifonando así parte de las riquezas depositadas en los bolsillos alemanes a sus propios bolsillos.  Toda una fábula.

Quien piensa que verá a Alemanes deambulando por las calles de Osorno, se equivoca. No los hay obvios. Pero hay, en lugar destacado, un Deutscher Verein; hay otras instituciones alemanas; y en este Chile, el país de los vinos por mayor, justamente ahora hay una Fiesta de la Cerveza.

Llegando a la altura del pueblo de Frutillar, en la orilla occidental del lago Llanquihue, apareció, en este ambiente agricultural, un incongruo cartel, grande y muy prolijo, anunciando unas jornadas musicales; y por la linda ilustración de un violín y de una flauta, no debe de ser de música de basura. Es que Frutillar es otro núcleo del elemento alemán, probablemente más tradicionalista aquí, en Chile, que los Alemanes de Alemania.

En el mismo momento, apareció a nuestra izquierda el famoso volcán Osorno, ensalzado por la propaganda como un serio competidor y retador del Fujiyama; pero, francamente, por lo menos tal como lo vemos en su aspecto presente, y tal como vimos el Llaima, ayer, nos quedamos con el LLaima por su belleza y pureza de líneas.

El terreno se volvió totalmente llano, y sigue agropecuario.

A la orilla de la ruta, como parece ser nuestra costumbre últimamente, pasaremos la noche. La pesadilla de la delincuencia regía en otros tiempos y en otros países. Aquí, como en cualquier otra parte normal de la Tierra, sólo un mínimo de precaución.

Hace un rato, la toponimia nos hacía acordar de que estamos viajando en un mundo que otrora fue otro mundo.  Pero aquí vamos a pernoctar en una zona que >>>>>>>>