El fin de la dominación incaica no ocurrió por la llegada física de los Españoles sino, como en otras regiones apartadas del Tahuantinsuyo, por la desintegración de la maquinaria administrativa incaica central. Y el fin de la dominación incaica no significó la partida de los invasores, sino que éstos se quedaron como simples vecinos y terminaron por volverse tan naturales de la zona como los demás naturales.
Y cuando los Españoles, finalmente, llegaron físicamente, no pudieron, en un principio, como tampoco los incas habían podido, y por la misma razón, vencer el río Maule y sus defensores araucanos; fue con tiempo que lo lograron, así como, probablemente, con tiempo, lo hubiesen logrado los incas.
Y nosotros, hacia el sur; todavía; desde el paralelo 81 norte.
Hemos llegado a la latitud del cabo de Buena Esperanza en Africa, vale decir a la latitud donde el continente americano se vuelve la única masa continental, todo alrededor del globo, acercándose aun más, solitaria, hacia la Antártica y sus tres polos sur.
Ya está. Cruzamos el río Maule, la frontera del imperio incaico. ¡Adiós, Tahuantinsuyo!
Está por anochecer, vamos a pernoctar en un receso de la berma del camino no más.
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La noche no fue muy tranquila; con un ininterrumpido tráfico de camiones. Por lo oído, por aquí no hay el toque de queda que nos aseguraba noches super-silenciosas en Santiago.
Ahora, hacia nuestra próxima meta, unos murales de Siqueiros, en una escuela de la ciudad de Chillán. Tenemos un recuerdo tan substancial de los murales de Orosco, en Guadalajara, que se nos impone ver éstos.
Esta mañana, se terminó la campiña manicurada. Hay, ahora, más tierra dejada para pastoreo, e incluso baldía. Entre los cultivos, hay la convivencia, que nos parece incongrua, de remolacha azucarera, evocadora de clima fresco, y de arroz, evocador de clima cálido.
No estamos más, ahora, en el Tahuantinsuyo, pero, en cambio, nos vamos adentrando en lo que fue otrora territorio del heroico pueblo mapuche.
Vimos los murales de Siqueiros.