Nos preguntamos por qué, en Chile también, un país tan culto, un taller es automotriz o un seguro es automotriz en vez de ser un taller automotor y un seguro automotor, y una empresa automotriz.
Nos enteramos con no poco asombro de que, desde que llegamos a Santiago, hubo dos terremotos, uno de ellos, de 3 richteres - y nosotros, inocentemente, no sentimos nada, no escuchamos nada - porque, según aprendimos, movimientos sísmicos vienen con un retumbe sordo. Quizás no sentimos nada porque ambos ocurrieron cuando nosotros estábamos en el coche y durmiendo, y coches, según nos enteramos, amortiguan o desvirtúan temblores terrestres. Según se nos comentó, la gente que viaja en coche durante un terremoto no se da cuenta personalmente del terremoto, sólo le parece que el camino está muy desigual o que se le pinchó un neumático, y se da cuenta de lo que ocurre realmente sólo por lo que ve alrededor: edificios derrumbándose, gente panicando.
Uno de nuestros interlocutores tiene un sismógrafo casero: un marco recargado con una pesa lateral, colgado en la pared. Cuando se inclinó el marco hubo un terremoto.
Lo que sí escuchamos, una noche, fue una explosión bastante fuerte que, según nos enteramos al día siguiente, fue un atentado con bomba contra un local de los carabineros.
También con sorpresa nos enteramos de que en Santiago, si no en todo Chile, conviene lavar verduras y frutas en microbicidas, ya que hay tifus en Chile. Volvimos a desinfectar, por lo menos algunas de las verduras.
Repetidas veces, pasamos por un edificio de regulares dimensiones, en el inconfundible estilo "paralelepipédico erizado" de tanta sobriedad que llega a faltar de gracia, y con el inconfundible ángel dorado, que, ambos, delatan a los Mormones.
En La Paz, también vimos una capilla mormona, si bien algo más chica y todavía en construcción. Pero aquí, en Chile, la cosa va a sorprendente galope: hay, ahora, casi 300.000 Chilenos mormones, con sus filas creciendo en los últimos cinco años a razón de 20.000 nuevos miembros por año - y no hay que olvidar que, ipso facto, tienen que pagar a su Iglesia un impuesto del 10/oo de todos sus ingresos brutos antes siquiera de pagar sus impuestos seculares al Estado.
Hay, diseminada por todo Chile, la sorprendente cantidad de casi 300 capillas de estos Santos de los Ultimos Días, y hubo, a lo largo de los últimos cinco meses, la sorprendente cantidad de 24 ataques con bombas contra capillas mormonas. Naturalmente; en esta edad de tolerancia, cómo se podría tolerar una religión cuyas excentricidades incluyen el no fumar, no tomar alcohol, no beber café ni té, y no escuchar música abrasiva.
Volviendo otra vez a las bonanzas de la radiodifusión ¿cuándo escuchamos, en esta Expedición, un programa cubriendo la audición integral de los ensayos, y >>>>>>>>