Ciertos países solucionaron el dilema de la manera más simple, según lo pudimos observar - y sufrir: no tienen ni el uno ni el otro; sólo la uniformidad del denominador común más bajo.
\tc/ Tuvimos la mala suerte de leer el artículo publicado sobre nosotros en el diario de Salta. Todo, con la mejor voluntad, largo, con fotografía de nosotros, con reproducción de nuestro trayecto hasta ahora, pero con muchas inexactitudes de fondo, y deficiencias de forma. Una de las peores entrevistas hasta ahora. Si nos acordamos del hoyo de lombrices de Radio Nacional de Salta, no es para tener una opinión muy buena de los cerebros rectores de estos pagos.
\tc/ Escuchamos el himno nacional argentino, una experiencia por demás penosa. Sólo el patriotismo más antipatriótico, ciego, fanático, indiscriminatorio, puede hacer tragar semejante concocción. El verdadero patriotismo sería reconocer la imagen indigna que da este himno del país y llamar a concurso para proveer un himno que tenga más valor universal que una zarzuela malograda.
\tc/ Los quioscos de diarios demuestran el modernismo progresista de los Argentinos por la cantidad de pornografía que los inunda; pero también se puede conseguir en esos mismitos quioscos, según vimos, Así Habló Zaratustra, de Nietsche, Etica a Nicómaco, de Aristóteles, y otras obras análogas. Bien notable yuxtaposición.
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Pasado el tercer día en el motel, no había dudas de que viajaríamos al día siguiente temprano. El día siguiente es hoy, y hoy ya terminó; y estamos todavía en Tucumán, si bien ya no en el motel; y vamos a tener una noche de suspenso porque no sabemos cuándo y ni siquiera cómo saldremos hacia nuevos horizontes.
Resulta que, entre una y otra cosa, como tantas veces, el día ya se había casi ido, por lo que no era conveniente emprender viaje. Pero quisimos aprovechar el rato que quedaba y decidimos hacer revisar los frenos, después de tanto polvo y tantos vados - una buena precaución y un trabajo muy rutinario ... siempre que las ruedas quieran salir. Y ocurrió que una rueda no quiso salir ni por favor ni a golpes y no salió. Los mecánicos querían golpear más, pero no nos pareció prudente, y como era ya hora de cerrar, o sea las 20, fuimos a la calle tranquila donde pasamos la primera noche en Tucumán, para pasar esta noche.
Incidentalmente, cada vez que mencionamos alguna calle tranquila, como dormitorio nuestro, nos parece bastante prosaico; pero, después de las tres noches pasadas en el motel, con el infierno del tráfico, una simple calle tranquila ya no nos parece prosaica en absoluto sino bucólicamente poética.