- docenas de momias;
- una colección de osteopatología - incluyendo un cráneo con una cavidad causada por un tumor craneal tan grande que toda la órbita de uno de los ojos está desplazada hacia abajo; también el caso, bastante desesperado para su propietario, de un cráneo y de la mandíbula inferior totalmente soldados en sus puntos que tendrían que ser de articulación, con la inescapable consecuencia de que el sujeto no podía abrir la boca para alimentarse, por lo que no es sorprendente que dicha calavera tenga sus dientes delanteros erradicados, con toda seguridad para que el infeliz pudiese introducir alimentos por el orificio así creado;
- centenares de libros en caracteres desde japoneses hasta alemanes góticos;
- y muchos otros elementos varios.
Y a lo susodicho cabe agregar todo lo que está todavía esperando salir a la luz del día en nuevas excavaciones. Hay unos 270 sitios arqueológicos conocidos dentro de un radio de 25 kilómetros alrededor de San Pedro de Atacama, desde aldeas del tiempo de Cristo hasta aldeas de la época de los incas, todo ello, en el medio de este desierto.
Son realmente admirables, tanto estos ejemplos arqueológicos de la conocida adaptabilidad humana, logrando, una y otra vez, sobrevivir en un ambiente tan hostil, como la presente actividad cultural, tan lejos de los centros culturales establecidos.
Sin embargo, nosotros tenemos nuestras razones para ser escépticos en cuanto al futuro ambiente de este museo. Vimos unas fotografías de cómo estaba, antes de asumir sus cargos las presentes autoridades, y si lograron transformar lo que parece haber sido algo acogedor, interesante e informal en esta sala aséptica donde no hay lugar para una sorpresa o una sonrisa, no hay razón para pensar que, haciendo las cosas mayores, las harán mejores.
En un renglón totalmente aparte, nos enteramos de otro aspecto del incomprensible y vergonzoso vandalismo por parte de gente que, cuando se queda en casa, parece tan mansita y razonable. Anteriormente, las momias estaban al alcance de la mano de los visitantes; pero las momias, con el correr del tiempo, parecían cambiar de apariencia. Estudiando el caso más detenidamente, se descubrió que no parecían cambiar de apariencia sino que en verdad cambiaban de apariencia, porque, de vez en cuando, de repente les faltaba otro diente, otro pedazo de piel, otro mechón de cabello, otro pedazo de envoltorio, y, naturalmente, nada de duendes en este museo, todo era el resultado del incalificable vandalismo de los visitantes. Es realmente increíble, y como para avergonzarse - entre muchas otras razones - de pertenecer a la raza humana.
De vuelta a la policía fronteriza. Del oficial, nada.
De vuelta a los carabineros. Lo han buscado, mas no encontrado.