Finalmente, San Pedro de Atacama es uno de los más viejos poblados europeos de Sudamérica, donde ya Pedro de Valdivia se había mandado construir una casa en la plaza central.
De la plaza misma del pueblo, como de tantos otros lugares, se divisa fácilmente el volcán apagado Licancábur. Hay otra cumbre en la vecindad, que se llama Sairecábur, por lo que "cábur" seguramente significa algo.
Por otra parte, la gente nos incita a ir a ver, a unos diez kilómetros del pueblo, un fantástico sitio llamado el Valle de la Luna. Nosotros ya desconfiamos de cualquier cosa que se llama Valle de la Luna, pero, siendo que mucho de lo que vimos hasta ahora en esta zona es bastante fantasmagórico, quizás, en este caso, se trate de algo realmente fuera de lo común. Vamos a ir esta tarde.
Fuimos; nos encontramos con otro Valle de la Luna que no cumple lo prometido; en realidad, y curiosamente, lo que vimos en ciertas otras partes de los aledaños de San Pedro de Atacama nos parece mucho más selenita que este Valle de la Luna; en realidad, el sitio ni siquiera es un valle, es más bien una cumbre, pero tal es el poder hipnotizante de la denominación estereotipada de Valle de la Luna.
Hablando de geología, hay sal presente por doquier en la arcilla; desde como afloramientos o vetas de cristalizaciones hasta como espesos sedimentos que sirven de minas de sal, algunas, de sal sucia, morena, para usos industriales, otras, de sal en grandes bloques inmaculadamente blanquecinos, translúcidos, para uso comestible. Con propósito de preservación de esta zona, todas las minas fueron clausuradas, salvo dos: una, de sal morena, una, de sal blanca, porque ambas trabajan para la mina de Chuquicamata.
Pasaremos la noche en la misma soledad, en el mismo silencio, con el mismo firmamento estupendamente estrellado, resultado de la atmósfera totalmente libre de humedad del desierto, y a esta misma altitud de 2.500 metros, que ayer.
Mañana, no podremos salir tempranito hacia Salta porque, según nos enteramos, resulta que es aquí mismo, en San Pedro de Atacama, todavía bastante lejos de la frontera, que se encuentran las varias oficinas, de aduana y de policía fronteriza, cuyos trámites, como no puede ser de otra manera, nos demandarán su tiempito - por lo que, probablemente, mañana nos correremos solamente al pueblo de Toconao, a cuarenta kilómetros de aquí en dirección hacia la frontera, donde hay los últimos carabineros de Chile, y recién pasado mañana nos largaremos por el paso de Huaitiquina - o Guatiquina, según también lo vimos escrito - hacia Salta.
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