español english français česky

electrónicos o explosivos, donde sería atractivo cometer un robo o un sabotaje, pero quién va a robar cobre, aunque ya sea en barra, o dañar la mina?

Vamos a pasar la noche cerca del retén de carabineros - a quienes sería ciertamente más propio llamar, hoy en día, metralleros - a la entrada al complejo de Chuquicamata.

. .
*

Hoy, el día empezó con la decisión de ir a consultar un médico, referente a la mordedura, porque, si bien la epidermis nunca fue inflamada y se está sanando perfectamente, y no hay dolor, empero, cuando Karel toca la parte afectada, siente, por dentro, una sensibilidad no acorde con lo anodino del aspecto exterior. Quizás podría ser el síntoma de algo que desconocemos, quién sabe, tal vez tétanos?  No perjudica juntar datos y opiniones.

¿Dónde conseguir un médico en este desierto, a miles de kilómetros de ciudades grandes? La única posibilidad, y que no nos pareció tan mal, fue ir al gran hospital moderno que domina el complejo de Chuquicamata con sus cuatro o cinco grandes pisos.  La primera vez de su vida que Karel pisó un hospital.

A juzgar por éste, la principal cosa que se hace en un hospital es esperar. Karel esperó dos horas y media - como para enfermarse aunque uno no esté enfermo; y tiempo más que suficiente para observar mil veces con incredulidad el simbolismo idiota de los mini-mini-bonetes atrofiados que llevan las enfermeras, agarrados en su cabello para indicar su condición de tales, en vez de tener, al revés, todo el cabello envuelto higiénicamente en un gran bonete, que era la función primera del tocado; y tiempo más que suficiente para preguntarse en cuántos otros aspectos de la vida diaria también se recurre a simbología estereotipada sin efecto práctico, en vez de irse a lo substancial.

Finalmente, conseguimos los datos siguientes.

La herida está, efectivamente, en perfecto estado de saneamiento; no hay por qué preocuparse de tétanos. La sensibilidad por dentro es el normal resultado de la percusión del mordisco. Más importante, Chile es un país prácticamente sin rabia; apenas si ocurren dos casos en todo el territorio en todo el año; así como, incidentalmente, Chile es un país libre de fiebre aftosa. De todos modos, y tratándose de una infección mortal si no se toma a tiempo, por la grandísima duda no hay que descuidarse y hay que seguir la evolución de la perra, pero no durante quince días como acordamos con el administrador, sino sólo diez días. En caso de problemas o dudas con la perra, habría que hacer el tratamiento de seis inyecciones subcutáneas en el abdomen en seis días consecutivos, luego, una inyección a los veintiún días, y luego, otra más a los tres meses.