estación de tría de ferrocarril, todo relacionado, sin duda, con la época de oro del salitre, pero, ahora, reducido a mudos y vacíos restos de aquella época, vacíos de gente pero no de desperdicios: un perfecto basural arqueológico del futuro en un ideal ambiente de aridez para una conservación indefinida, de manera que casi pudimos oír las voces de los arqueólogos, viniéndonos del futuro con sus fascinantes descubrimientos, comunicándose entre sí, en el año 6.000 ó 10.000 ó 15.000:
¡! "que este sitio pertenece sin duda a la época tardía cerámica, al período 32 ó 33 probablemente, pero también se extendió sobre los primeros períodos de la nueva época de plásticos tempranos y probablemente sólo en estas primeras etapas, por no haberse encontrado objetos refinados de dicho material;"
¡! "que, entre los indígenas, debe de haber existido una curiosa mezcla de pobreza y riqueza, ya que se encontró restos de muros de adobe, pero también algunos ladrillos de los más lujosos, hechos a máquina y estampados, cada uno de ellos, con su marca de fábrica;"
¡! "que, a juzgar por dichos ladrillos mismos, los indígenas de dicho pueblo tienen que haber tenido contactos comerciales muy extensos, porque no hubiesen sido capaces de fabricar semejantes ladrillos, y además porque las marcas de los ladrillos son en un idioma que se utilizaba entonces en el hemisferio norte."
Y así nos pareció que seguían llegándonos las voces de los arqueólogos del futuro, basadas en las basuras y otros descubrimientos sensacionales del antiquísimo siglo XX d.C.
Y la pura verdad es que, a nosotros mismos, quizás nos interesó, recorrer estas hectáreas de desperdicios y tratar de imaginarnos, en base a los miles de restos variados, la vida de los habitantes de este pueblo antes de que lo abandonaran, más que las geostampas en las laderas.
Ahora, vamos a comer algo que será una mezcla de almuerzo a las 5 de la tarde y de cena a las 5 de la tarde, y luego seguiremos viaje un rato, pero no más lejos de un empalme a sesenta kilómetros al sur de aquí, en el pueblo de Escalerilla, donde tendremos que decidir si querremos alcanzar nuestra próxima meta - si es que la alcanzamos - por un camino más corto pero muy problemático, incluso de problemática desconocida, o por un camino mucho más largo pero probablemente más transitable.
Tornando de las faldas desérticas, y de sus geostampas, hacia la llanura desértica, ésta también se merece observación.
Es, este lugar, el fondo resecado de un antiguo cuerpo de agua; no es llano y simple sino extremadamente convulsionado como si hubiese sido revuelto por un arado diez veces más grande que los arados comunes. La convulsión se debe a las contracciones de la costra externa por los cambios de ambituras y por la aridez.