Estos árboles nos interesaban mucho porque teníamos la información, de que este desierto chileno es el único lugar de la Tierra donde crecen, y de que pueden servir de alimento para ovejas y animales similares. Y vimos la oportunidad de confirmar dicha información. Con tal propósito, quisimos entrevistarnos con el administrador del tamarugal que es una entidad estatal.
Ah, pero ahí terminó todo, y el día.
Ni había llegado Karel a cincuenta metros de la tranquera del recinto, que salió a galope un perro, y sin más ni más lo mordió en el muslo izquierdo.
Eventualmente, hablamos con el administrador, siendo, naturalmente, el primer orden de cosas no el tamarugo sino la mordedura. ¿Y ahora qué? ¿Y si el perro es rabioso? Nos explicó el administrador que es una perra que, el día anterior, había tenido cría, y que sólo quería defenderla. Sí, pero rabia no es chiste.
Consideramos la posibilidad de exigir que se llevara de inmediato la perra al servicio veterinario más cercano, o sea a Iquique, para su revisación. Nos hizo notar el administrador que, por una parte, de poco serviría en lo inmediato porque, a más de tener que sacrificar el animal, el análisis de los tejidos no se podría realizar de inmediato en Iquique mismo sino que habría que mandar la muestra a Santiago, con quién sabe cuántos días de demora; y que, por otra parte, otra manera de hacer las cosas era tener la perra en observación dos semanas.
Refiriéndonos a la información médica que tenemos con nosotros, de que, después de una mordedura, no hay urgencia de ningún tratamiento, de que se puede observar el animal durante quince días, siendo que, si no es rabioso, sobrevivirá dicho tiempo, y, si es rabioso, morirá dentro de dicho tiempo, quedando, entonces, todavía tiempo para iniciar el penoso y largo tratamiento antirrábico en el mordido, asentimos. Con todo, pedimos que se nos trajera la perra para ver si tenía un comportamiento normal o sospechoso. Nos pareció perfectamente normal.
Así nos pareció que, dentro de las circunstancias, no era práctico o imperativo tomar medidas heroicas; si bien, por la duda, convenía no descuidarse, o sea convenía observar la perra los quince días. Sí, pero cómo nos enteraríamos? Sugirió el administrador que, siendo el tamarugal una entidad estatal, él podía requerir los servicios de los Carabineros de Chile, vale decir de la policía del país, para comunicarnos, por medio de la radio de los Carabineros, los resultados de la observación al lugar donde estuviéremos dentro de quince días. Dentro de quince días, pensábamos ya estar, siempre que los caminos fueren transitables, en Salta, en la Argentina; pero vamos a estirar de unos días nuestra estadía en Chile, para aguardar, pues, los resultados.
Acordado lo anterior, y desinfectada la mordedura, recibimos la confirmación de que sí, éste es el único lugar donde crecen los tamarugos, cubriendo, entre >>>>>>>>