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El desvío hacia Iquique, recién, fue un despliegue, para no decir un derroche, de carteles bien hechos y conservados, dando indicaciones tanto viales como de las facilidades disponibles en Iquique.

Así como en Colombia, creemos que fue, había la costumbre de capillitas devocioneras al borde de las carreteras, decoradas con focos delanteros de automóviles, aquí, impera la misma costumbre pero con adorno de placas de inmatriculación.

Y estamos bajando.

Así como en el Perú, se presenta aquí la incongruencia del implacable desierto y de nieblas arrastrándose por el suelo hasta taparnos, a veces, la visibilidad.

Ah, primer vistazo del Pacífico chileno, desde muy arriba, a través de la niebla. Falta una larga bajada longitudinal a lo largo de la última falda costera, y habremos llegado al fondo mismo del océano atmosférico, a orillas del océano acuático; una impresionante bajada desde los más de 4.000 metros donde estábamos ayer, en tan pocos kilómetros horizontales, hasta esta altitud de cero metro.

Es que Chile tiene una de las geografías más extraordinarias de la Tierra; una sorprendente combinación, de una angostura de tan sólo 100 a 200 kilómetros, que acabamos de cruzar tan fácilmente, con una asombrosa longitud de 4.500 kilómetros, cuyos puntos esenciales todavía nos falta recorrer; todo ello, comprimido, de un lado, por los macizos más altos de la Tierra después del Himalaya, con veinte picos arriba de 6.000 metros de altitud, y llegando a 7.000 metros, y, del otro lado, por fosas marinas entre las más profundas de la Tierra, llegando a 7.500 metros de profundidad; y terminado todo ello, en el sur, por una punta desintegrada en un increíble conjunto de islas, fiordos, canales, penínsulas, senos, ancones, todo cuanto con mucho interés aguardamos ver, resultado del hundimiento de la plataforma continental debajo de esa extremidad, y de la consecuente invasión parcial de la orografía de esa extremidad por el océano Pacífico.

Pensando otra vez en los tremendos pliegues de la corteza terrestre evidenciados por la yuxtaposición de la tremenda Cordillera que estuvimos recorriendo y de la tremenda fosa marina que la acompaña, no podemos olvidar que estamos en uno de los lugares más críticos del famoso círculo, o por lo menos arco, de fuego del Pacífico; y que, no hace tanto, hubo un terremoto como consecuencia inevitable, y que, inevitablemente, se va a repetir. Esperamos que no se repetirá mientras estemos aquí, y las probabilidades son que no se repetirá porque aquel terremoto, como todos los terremotos, sirvió para descargar la tensión acumulada en la corteza terrestre, y hace falta, ahora, tiempo para que se re-acumule una nueva tensión.

El día pasó volando; tratando de hacer lo más posible.