La cola naftera de la madrugada evidentemente terminó bien - si no, no hubiésemos salido de Oruro.
Luego, vino el momento de tomar la determinación final de cómo seguir el viaje - ¿1) a Chile, por Toledo, Corque y Sabaya; 2) a Chile, por Toledo, Corque, pero desviando hacia Tambo Quemado o sea el mismo punto que hubiésemos alcanzado directamente desde La Paz, según nos enteramos en nuestras averiguaciones de ayer que es posible; 3) a Chile, por Uyuni; o 4) a la Argentina por La Quiaca para luego pasar a Chile?
Como, por otra parte, queríamos ver otra vez la hermosa plaza central, decidimos volver allí, y allí tratar de llegar a una decisión.
Ni siquiera estábamos totalmente estacionados en la plaza, sobrevino el primer imprevisto del día, y el único positivo y agradable; nos reconoció - no es difícil reconocernos - aquel hombre boliviano nieto de Alemanes pero hablando inglés mejor que castellano que habíamos ayudado cerca de Cochabamba prestándole unas herramientas para que se arreglara un desperfecto mecánico. Naturalmente, le mencionamos nuestros dilemas; nos dio su opinión de orureño nativo y, con notable gentileza, dejó de hacer, sin previo aviso, lo que tenía planeado, y nos llevó a dos otras personas muy entendidas en la zona entre Oruro y Chile.
Aprendimos todo lo que se puede aprender,
≈ en cuanto a pampas de salitre sin fin donde no hay camino establecido, solamente docenas de pistas entrecruzándose - algunas llevando a ninguna parte, otras llevando a donde uno no quiere ir, y otras, las buenas; todo, obviamente, en estado totalmente natural y sin señalización alguna, todo por instinto o lotería, ya que no hay alma viva para preguntar;
≈ en cuanto a vados que hay que cruzar por cierta pista y no otra, para no quedarse varado - y especialmente el vado de un río con arenas movedizas de donde, si no se vadea exactamente por cierta senda, nunca más sale el vehículo;
≈ en cuanto a lugares donde hay que elegir la pista correcta porque, si no, uno de repente se hunde medio metro debajo del nivel del terreno porque toda la zona está perforada como esponja por millares de conejos.
Dentro del contexto, nos aconsejaron no tomar el camino de Uyuni sino el de Sabaya, por ser éste, dentro de todo, menos problemático, a pesar del río de las arenas movedizas, a pesar de ser muy desolado, y por ofrecer dos posibles salidas hacia Chile.
Lo que nadie pudo decidir por nosotros fue si queríamos arriesgar dicho camino o simplemente apuntar a la Argentina. Decidimos arriesgar el camino, o mejor dicho la red de huellas, hacia Chile.