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inevitable que esta falta de sesos, esta falta de eficiencia, acarree, a su vez, una falta de eficiencia económica y por lo tanto de dinero.

* ¿Anotamos ya que La Paz, sumida en su calderón, es la capital - aunque sólo capital de-facto sea - más alta de la Tierra?

Ultimo atardecer en esta ciudad de La Paz, nombre que se puede interpretar - según el sentir, religioso y colonial, o histórico y republicano, de cada cual - como Nuestra Señora de La Paz, o La Paz de Ayacucho.

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Estamos en la primera mitad del purgatorio de salida de la augusta ciudad de La Paz, Bolivia, América del Sur; o sea, estamos comprando gasolina, o mejor dicho, estamos haciendo una interminable cola para comprar nafta, con diez autobuses o camiones para cada coche de pasajero. ¡Tremenda, esta esclavitud! La cosa podría ir doble rápido si se dignasen utilizar las dos bombas que hay, pero no señor, utilizan una sola. ¡Y el tiempo que se pasa contando los millones de pesos que cuesta cada venta, aun con la presti-digitación boliviana!

Esperando en este medio-limbo, se nos ocurrió de repente y sin causa aparente que, en los tres meses y tres semanas que ya llevamos en Bolivia, no escuchamos ni una sola vez la opereta que ha de servirle de himno - si es que su himno es idéntico a los himnos de tantos países; bastante notable, esta falta de patriotismo musical.

Cuando salgamos de aquí, nos esperará la segunda mitad del purgatorio, el peladero de la hoja de ruta. Pero, contra ello estamos preparados; como quien se prepara a aventurarse en país de asaltantes, ayer nos armamos, yendo a la oficina central de caminos para enterarnos exactamente de la tarifa vigente. Así que no nos van a venir con cuentos chinos, o quizás mejor cuentos bolivianos, en este caso.

Sí, estamos viajando entre La Paz y Oruro. Sí, estamos en la vecindad del paralelo 17, quiere decir que, aunque la realidad ambiental lo siga desmintiendo tan vehementemente, con su desnudez, como lo estuvo desmintiendo en los muchos últimos meses a punto de hacérnoslo olvidar, la pura realidad es que estamos, nos parezca o no, todavía plenamente en los intertropos. Recién dentro de quién sabe cuántos días, después de este trecho sumamente aleatorio que tenemos por delante, cuando hayamos cruzado el paralelo 23, podremos empezar a pensar en el círculo tropal del Capricornio y en el fin de una estadía de aproximadamente 16 meses en los intertropos; y pensar que, cuando digamos a la gente que nos pasamos 16 meses en los intertropos, se imaginará >>>>>>>>