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feos, como para que pasasen totalmente desapercibidas. Quizás no hubo dinero para hacerlas más grandes, pero ¿es que tienen vergüenza de una expresión artística feliz en lugares visibles?



  Linda foto de una linda estatua                                                                    Pero ¡para eliminar el ambiente circundante!

* Compramos un diario, no malo dentro de un estilo sucinto. Pero ¿por qué, hasta en las historietas humorísticas, tiene que imponerse la garra del colonialismo intelectual? - así como ocurre, es menester aclarar, en todos los países que visitamos hasta ahora salvo Vespuccia. ¿Es que ciertas razas son incapaces de un poco de humor, y hasta esto, que no necesita ni millones ni electrónica sino un poco de chispa, tienen que importarlo de Vespuccia? Y si realmente tienen su humor tan tupido ¿por qué, por lo menos, no tienen la decencia de adaptar las historietas importadas totalmente al nuevo idioma? ¿Por qué, por ejemplo, en una historieta tratando de viaje, para lectores de habla castellana, el personaje tiene en la mano una revista rezando la palabra "travel" que, para el lector común, no quiere decir nada? Y muchos casos por el estilo.

* Ejemplo de indisciplina que ya ni se entiende. Las calles céntricas de La Paz, como no podría ser de otra manera, son campo vedado al estacionamiento. Y las autoridades toman el asunto muy en serio; el despliegue de disciplina probablemente mayor y más persistente que vimos en cualquier aspecto de la vida boliviana, como si la existencia misma del país dependiese de ello. Vehículo que se estaciona donde no corresponde está inmovilizado con una grampa metálica, como vimos una en Denver, pero aquí las hay por docenas, y no hay manera cómo el dueño del coche mal estacionado pueda moverlo un centímetro hasta haber corrido previamente a pagar la multa, lo que, naturalmente, a más del gasto de la multa, le ocasiona un gran estorbo en su tiempo.

  Uno pensaría que tan drástico remedio sería un santo remedio; sin embargo, hora tras hora, día tras día, como aspecto perenne de la ciudad, los Paceños siguen estacionando sus vehículos en lugares que saben perfectamente que son prohibidos, y se exponen a la consecuencia, que saben que es prácticamente inevitable, de encontrar sus movilidades adornadas de la implacable grampa. Por qué lo siguen haciendo es una pregunta que quizás sólo un psiquiatra podría contestar. Pero nos parece bastante obvio que dicha situación es tan sólo un reflejo de la idiosincracia del país en general y, por lo tanto, de la inmanejabilidad de semejante sociedad. ¿O será que hay algún acomodo en esto también?

* La misma indisciplina, o simplemente falta de elegancia o de un egoístico cuidado de su interés personal - porque todos, al final de cuenta, se perjudican - impera aquí, en el estacionamiento del aeropuerto. Hay que ver, para creer, la total anarquía, el total ilogismo, en el estacionamiento de los vehículos. Ya no se trata de cumplir con una reglamentación, porque, aquí, hasta la reglamentación no existe, sino de preservar su propio interés egoísta de poder luego salir del parqueadero sin tener que esperar que otros dos o tres coches se muevan primero.  ¿Qué tiene la gente en la cabeza?