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- El único rasgo común a ambas estructuras tan disímiles es que sus elementos europeos tratan de hacer de los paraborígenes algo que éstos no son, y luego los condenan según normas europeas; en vez de dejarlos vivir a su manera y juzgarlos según las propias normas paraborígenes.

- Es romántico, pero es un error, desear que todos los países sean miembros de una misma organización como las Naciones Unidas; como sería un error soñar que todos los individuos sean miembros en gloriosa hermandad de una sola peña en vez de ser miembros, como lo son ahora, cada cual de una peña diferente según sus afinidades. Es ciertamente agraviante que, en las Naciones Unidas, ciertos países manejen la Organización como si fuera su peña particular, por medio del veto; pero asimismo es altamente ilógico que ciertos países que visitamos tengan la misma voz, el mismo voto, que otros países que visitamos. Sería más lógico y eficiente que los países se agrupasen en varias peñas según sus afinidades, con el supuesto de que los miembros de una peña internacional dejarían vivir en paz a los miembros de otra peña internacional, de mismo modo que los miembros de un club deportivo y los miembros de una peña literaria se dejan vivir en paz, y hasta se ignoran, mutuamente, si bien utilizan las mismas calles y respiran el mismo aire.

- Después de todo lo visto hasta ahora, a veces tan diferente de los bonitos estereotipos habituales, nos preguntamos otra vez cómo serán los demás países que nos falta visitar.

Se terminó la minieuforia: el panorama se volvió más insulso; sobre todo, el camino, muy lamentablemente, se volvió malo del todo, y, a veces, peor; tres veces ya, la caja de cambio saltó por sí sola de segunda a neutro: es de maravillarse que el coche se quede de una sola pieza; y falta todavía más de 200 kilómetros para Oruro.

Este mismo camino, como tantos otros donde ya sufrimos, es un símbolo de desequilibrio: por una parte, es una vía de comunicación totalmente deficiente para las exigencias de un tráfico automotor, pero por otra parte, para el escasísimo tráfico que hay, ya fue todo un sacrificio económico construirlo, aun deficiente como está. ¿Para qué meterse en los bellos preceptos de fácil comunicación, cuando no hay nada para comunicar entre sí? Si estas zonas que atravesamos tuvieran riquezas económicas o por lo menos el potencial de riquezas económicas, seguramente que este camino tendría un buen trazado y una buena pavimentación, y sin ningún sacrificio económico. Pero así, para cruzar centenares de kilómetros de terreno difícil y vacío, aun un camino malo es un sacrificio fuera de proporción.

Alcanzamos la punta sur del lago Poopó, estirado en una altiplanicie, esta vez verdaderamente plana, a 3.700 metros de altitud. Es este lago, si se quiere, un apéndice lejano del lago Titicaca, ya que de éste recibe sus aguas.