el surtidor oficial como nosotros mismos hicimos, pero a un precio por muchas veces más elevado. Increíble.
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Hoy, sexto día de la huelga general, y segundo día de pausa para nosotros, si bien no entendemos muy bien las cosas.
Por una parte, la huelga general sigue en pie, incluso hubo manifestaciones en La Paz; pero, por otra parte, parece que se reanudó la distribución de nafta a las estaciones de servicio - por lo menos hubo entrega de nafta a la estación de Epizana, la única del pueblo y la única a 140 kilómetros a la redonda; así que quién sabe cómo serán las cosas en el resto del país, y quién sabe qué deberíamos de hacer nosotros.
De paso, tuvimos la oportunidad de observar el puesto del peladero y su vecino, el puesto de control de coca, y otro puesto de control, el cual no entendemos qué será y preferimos no preguntar.
Una cosa es pasar por una de esas cuevas de estafa, y otra cosa muy diferente es observarla durante largos ratos en varios momentos del día. Es tremendo el total desperdicio de tiempo de cuatro o cinco de esos parásitos donde dos empleados serían suficientes, todo a perjuicio, en parte, del erario público y, en parte, del público siendo estafado. Es penoso ver esos hombres jóvenes haciendo estrictamente nada, horas y horas seguidas; ni siquiera se les ocurre llenar el ocio haciendo algo provechoso o por lo menos entretenido para ellos mismos, leyendo algo, cualquier cosa; pierden más tiempo en un día que nosotros perdimos en los últimos treinta años.
El pueblo ni siquiera tiene agua en las casas, ni siquiera en algún lugar público; los habitantes tienen que ir a buscarla con un balde a un pozo de vertiente en una ladera encima del pueblo; qué útil y práctico sería que todos esos haraganes jóvenes se uniesen en un esfuerzo comunitario para tender una cañería desde la vertiente hasta una canilla en el medio del pueblo - pero no, no mueven un meñique.
Y los niños están siendo condicionados, por el ejemplo que ven, a la misma actitud; están aquí, en la calle, no haciendo estrictamente nada - y así, naturalmente, seguirán de adultos; los chanchos, las gallinas, buscándose el sustento por las calles desarrollan más actividad física e intelectual que estos mal-llamados humanos.
Mientras tanto, en el pueblo, no hay comida decente, no hay fruta, no hay verdura, no hay almacén bien provisto, no hay panadería; para comprar pan, hay que tener la suerte de encontrar una mujer con una canasta en la calle; con un solo tipo de pan que, da la casualidad, es de un tipo tan subdesarrollado que >>>>>>>>