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migraciones en Copacabana. En aquella oportunidad, nos llevamos mutuamente - nosotros a él y él a nosotros - a la policía: él a nosotros, por desacato a un oficial de migraciones, y nosotros a él, por intromisión en nuestra vida particular por un fulano cualquiera. El oficial de policía nos dio la razón, diciéndole al idiota que tenía que haberse identificado primero. ¡Increíble, estas cosas!

Hablando de Copacabana, también nos aguantamos otro incidente allí. Resulta que, siendo Copacabana un centro de peregrinaje, cobran entrada nada más que para entrar al pueblo, aunque fuese para cruzarlo y seguir. Nos cobraron una suma que nos pareció algo elevada, y así lo manifestamos. Nos dijo el cobrador que era porque nuestro vehículo era más grande. Como alguien que recién pasó la frontera, no quisimos argüir. Pero, unos días más tarde, nos enteramos de que autobuses pagaban la mitad de lo que se nos había exigido. Fuimos a reclamar al cobrador, y éste, que, por lo visto, ya no se acordaba de su cuento del tamaño, nos dijo que había sido porque veníamos del Perú y éramos extranjeros. Con todo lo anterior, ya nos sobraban pruebas y exigimos el reembolso del 50/oo de lo pagado. El tipo se rehusó. Así que nosotros, tercos que somos, fuimos a la alcaldía, pedimos hablar con el alcalde, le expusimos el caso. El digno alcalde nos salió con un tercer cuento, a saber que se cobra menos a los que habitualmente ingresan al pueblo y se cobra más a los ingresos únicos. Le dijimos que era esto el tercer cuento que escuchábamos. Eventualmente, él no tuvo más argumentos y no tuvo otro remedio que devolvernos la mitad de lo pagado e indebidamente cobrado - tenemos que agregar que con muy buena gracia.

Así son tantas cosas en este país.

Ahora, a dormir y prepararnos para lo que nos pueda tocar mañana, aquí mismo, en la garita de las hojas de ruta, el peladero.

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Tempranito; estamos parados delante de la barrera que corta la carretera, la barrera del peladero; pero, hoy, Karel se avivó, hoy es Božka que va a pelear las cosas.

Las está peleando: se la ve ahora mismo desde aquí, con el encargado, gesticulando, discutiendo, esgrimiendo su maquinita de calcular una y otra vez, y otra vez, y otra vez.

Aquí volvió. Dice que le quisieron cobrar 450.000 pesos y tuvo que pelear todo ese tiempo para que le cobraran lo justo, o sea 210.000; y cuando todo fue peleado, arreglado y pagado, salieron con que tenía que pagar todavía 50.000 pesos extra para recibir la hoja de ruta, lo que Božka rehusó rotundamente, a lo que ellos dijeron que estaba bien, que podía seguir no más.