Tan fascinante como el propio mudo misterio de estos restos de ruinas.
Queda una pregunta muy prosaica: ¿cómo toda esa gente, que hubo de ser numerosa, bien organizada, y con tanto tiempo y tanta mano de obra disponibles para esta grandiosidad lítica, o sea para quehaceres no-alimenticios, se llenaba la panza en este desierto?
Pregunta a la cual alguien cree haber encontrado la respuesta por medio de la resurrección de la antigua prolífica agricultura indígena. Bajando los cultivos de sus laderas de hoy - áridas, agotadas, expuestas a heladas destructivas - a los llanos aparentemente inutilizables por ser pantanosos. Unicamente falta dividir los pantanos en parcelas por medio de canales, y el milagro se realiza.
1) Las parcelas se elevan con la tierra sacada para cavar los canales;
2) las parcelas tienen buena humedad pero no se anegan;
3) el agua de los canales sirve de estabilizador térmico porque se enfría > o calienta más lentamente que el suelo, creando así, en miniatura, el >>> conocido clima marítimo;
4) del agua, siempre menos fría que una ola de frío, cada ola de frío >> extrae una frazada de niebla que sirve de protección para los cultivos >>>contra el frío - y además la niebla/frazada desaparece automáticamente >>>apenas la ambitura se entibia lo suficientemente para no arruinar los >>>cultivos;
5) además, se desarrolla una radicación espontánea de flora y fauna >>>acuáticas naturales desde microscópicas a muy visibles.
Sin embargo, cuando, en 1981, se trató de beneficiar a los indígenas con el retorno a este método que había permitido a sus antepasados desarrollar y mantener el imperio de Tiahuanaco, los indígenas creyeron que era otra patraña más inventada por los invasores para robarles sus tierras, y lapidaron al profeta.
Luego, como tiempo de lluvia es tradicionalmente tiempo de museo, fuimos al museo de Tiahuanaco, sito no en el sitio homónimo, ni en Puma Puncu, ni siquiera en el pueblo homónimo, sino fuera de todo lo susodicho, a un costado, y a no más de 20 metros, de la vía de ferrocarril que une La Paz a Cusco.
Empero, descubrimos que el museo, de respetable tamaño por cierto en esta soledad, está tan tranquilo por dentro como lo es su ambiente agreste: lamentablemente, según descubrimos, está clausurado. Hace cuatro años que está cerrado por falta de fondos para su mantenimiento. Así que muy, muy, lamentablemente, más que un museo es una trampa arqueológica, ya que alberga objetos que no existen en otros lugares pero que tampoco se puede ver en él por el estado calamitoso de las instalaciones. Y no se sabe cuándo o cómo podrá, algún día, re-abrir sus puertas, ya que Bolivia no tiene dinero para su generación viviente y, por lo tanto, menos tiene para sus generaciones pretéritas.