se arrepentirá de sus pecados; y del sábado hasta el martes o miércoles de la semana venidera, otra vez será todo baile. Sí, así es el Carnaval aquí entre nosotros. Ah, en Oruro ya terminó todo. En Oruro, el Carnaval fue el sábado pasado ya. Sí, señor, así son las costumbres.
¡Nos imaginamos muy bien nuestra cara si hubiésemos hecho el esfuerzo de ir a Oruro para su magno Martes de Carnaval, sólo para encontrarnos con un Oruro vacío desde el sábado anterior!
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Hoy, miércoles de Carnaval.
Casi todo el día nos quedamos en nuestro punto favorito de la bahía del lago Titicaca, trabajando como siempre; y hoy, por fin, por fin, estamos totalmente al día, hasta la última palabra, con la transcripción de nuestro relato grabado. Durante la tarde, fuimos a echar un vistazo al pueblo: muerto, totalmente. Al anochecer, volvimos al pueblo; aparecieron nuevamente los conjuntos, cada uno con su público de bailarines.
Hoy, un conjunto escogió la modalidad estacionaria, en un sitio fijo de la plaza; el otro, escogió una modalidad ambulante, moviéndose, músicos y bailarines, por la plaza; cada conjunto tocando y bailando lo suyo, que, de todos modos, era, más o menos, el eco uno del otro.
Cuando el grupo ambulante empezó a acercarse al grupo estacionario, nos preguntamos cómo se iba a resolver la situación. Se resolvió de manera inesperadamente elegante: el grupo de bailarines ambulantes fluyó, siempre bailando, por entre los bailarines estacionarios, y se separó de ellos, en el otro lado, como dos nebulosas que se encuentran, se mezclan, pero no se confunden, y se separan nuevamente en el cielo.
La denominación bailarines "estacionarios" se entiende, en este contexto, como contraste con los bailarines "ambulantes"; pero es una descripción pésima de la efervescencia del baile propiamente dicho. Nos maravillamos ante el inexplicable contraste, por lo menos inexplicable para nosotros, entre la stagnación tanto melódica como rítmica de la música y la chispa endiablada de los bailarines - y especialmente de las bailarinas, ya que parecía que los hombres eran, más que nada, ejes de rotación para las muchachas.
Realmente interesante, el contraste entre la música y el baile. Parece que esta música y este baile se ejecutan solamente para Carnaval.
Lamentablemente, no apareció la luz eléctrica en las calles, todo se quedó truncado y todos fueron a casa.