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surtidores de nafta. Hubo acción policial en los medios de comunicaciones - lo que un sector llama protección, y otro, llama intervención. Ciertos partidos amenazan con, o el gobierno los acusa de amenazar con, formar un gobierno de facto paralelo al, y en abierta rebelión contra, el gobierno establecido; y éste, a su vez, amenaza con decretar el estado de sitio.

Por lo escuchado, no debe de haber mucha censura en Bolivia por los comentarios explícitamente críticos de la situación causada por las últimas medidas económicas del gobierno.

Queríamos conocer Bolivia; la estamos conociendo en uno de sus aspectos más típicos, y que nos hubiese gustado no conocer tanto.

¿Cómo sabemos? Por la radio. Aprendimos a conjurar el espejismo radiofónico. Cuando desaparece, basta con girar el receptor 90 grados, y milagrosamente reaparece. Y cuando vuelve a desaparecer, simplemente se vuelve a girar el receptor 90 grados a su posición original.

Más que antes, es una buena sensación tener la salida hacia el Perú a, literalmente, un paso de nosotros, aunque, pensándolo bien, ¿de qué nos serviría salir de Bolivia para evitar un estado de sitio, y dirigirse por el Perú a Chile, para caer en el estado de sitio que ya existe de manera más o menos permanente en aquel país?

Incidentalmente, aprendimos que, para sus elecciones próximas a celebrarse, Bolivia ofrece doce partidos políticos inscritos oficialmente, desde un partido comunista a un partido indio. ¿No es eso más democracia que la farsa de dos partidos? ¿Empero, no es ello también la ilustración, por la realidad de los hechos, de que tal democracia no es viable y que mejor funciona un monodirigismo, aun cuando disfrazado de dos partidos?

También, en estos quince días, la estadística de la super-inflación boliviana se volvió nuestra realidad; por lo que recibimos 100.000 pesos a nuestra llegada a Copacabana, diez días más tarde recibimos 135.000.

Como para subrayar lo desenfrenado de la inflación, el Banco Central, según descubrimos, tiene que suplementar la cantidad física circulante de sus propios billetes de 100.000 pesos por papeles de fantasía fuera de la estructura emisora del país, llamados ya no billetes de banco sino cheques de gerencia, con fuerza legal solamente dentro del país y válidos sólo noventa días - por ejemplo, a los que tenemos, quedan treinta días de validez. Nadie se preocupa, cheques y billetes van y vienen con igual facilidad: total, ninguno tiene respaldo; como probablemente ninguna moneda de la Tierra hoy, tiene más valor que el papel en el cual está impresa. Ni siquiera estos cheques, Bolivia los puede imprimir en casa: los manda hacer en Brasil.