El hijito no tuvo ningún problema con la ubicación de las ruinas porque Machu Pijrchu era parte de la vida diaria de los lugareños porque dos de ellos habían despejado las terrazas para establecer en ellas sus cultivos. De manera que lo primero que Bingham vio no fue las ruinas, sino los cultivos en las terrazas y las malezas cubriendo las ruinas.
Además, de que Machu Pijrchu había sido visitado ya antes de su "descubrimiento" por Bingham, y visitado meticulosamente, es garantido; y se puede decir por quién: por huaqueros, a juzgar por el desorden en las tumbas.
Mirando las ruinas como están ahora, desmalezadas, se ofrece el interés de un triple esfuerzo de imaginación.
Por una parte, imaginarse las ruinas, no peladas como están ahora sino escondidas en su misterioso enredo de malezas como las vio Bingham - y según nosotros tuvimos la gran suerte de verlas en ilustraciones de aquella época.
Por otra parte, imaginarse el sitio, ni como ruinas despejadas ni como ruinas enredadas sino como el recinto pulsando de presencia humana de moradores y moradoras yendo y viniendo, que alguna vez fue.
En tercer lugar, imaginarse la conexión de este recinto con el mundo externo; no por el camino difícil es cierto pero apto para autobuses, de hoy, sino como eran las cosas entonces: en tiempos de sequía, por dos sendas a elegir, una, terrible, la otra, peor; y en tiempos de lluvias, por una sola senda, la peor.
Acabamos de tener un coloquio con unos turistas. Super-interesante, por la psicología de la gente, y porque, en esencia, confirma nuestros pareceres.
En pocas palabras, les preguntamos cómo les había parecido Machu Pijrchu.
- Encantadísimos, maravilloso, etc.
Nosotros les participamos nuestras impresiones.
Lamentamos no tener la grabación de lo conversado porque solamente una grabación podría reproducir las sutiles modificaciones que, acumuladas a lo largo de la conversación, y a medida que ellos tomaban más confianza con nosotros, los llevaron a terminar con que Machu Pijrchu es muy lindo pero que los había dejado algo decepcionados en comparación con lo que habían estado anticipando. Fue interesante cómo, primero, recitaron la posición oficialista y cómo, luego, por intangibles matices, llegaron a tener la valentía de ser ellos mismos, la valentía de su verdadero sentir.
Esperando el colectivo para bajar al ferrocarril.