compone de un maestro y de sus aprendices - de los cuales puede haber de uno a tres según la complejidad de la pieza que se está ejecutando. Vimos cómo un aprendiz saca la cantidad adecuada de cristal fundido de la hornalla con la punta de una caña, luego le da la forma aproximada, y luego pasa este esbozo al maestro, quien, entonces, empieza a trabajar, estirando, doblando, cortando, ajustando, moldeando, para lograr la forma definitiva; cada vez que hace falta, un aprendiz le va trayendo pedazos adicionales de cristal fundido, en la cantidad apropiada, para agregar los apéndices requeridos a la pieza principal.
Características de toda esta actividad son:
- el permanente movimiento rotativo que estos artesanos tienen que darles con sus manos a las cañas que sostienen el cristal en el cual trabajan porque, si no mantuviesen la permanente rotación, la pieza de cristal fundido empezaría a vencerse bajo su propio peso hacia un lado, arruinando así su forma naciente;
- el uso frecuente de un soplete de aire - que, primero pensamos era para ir limpiando la pieza, pero que, luego nos enteramos, es para enfriar rápidamente un punto determinado de la superficie de la masa fundida para facilitar el moldeo de la pieza, por el contraste entre las partes, así, más calientes y menos calientes, más maleables y menos maleables;
- la habilidad que tienen que tener estos maestros para vencer la gravedad o, mejor dicho, para trabajar con la gravedad, cuando trabajan con piezas, o partes de piezas, de forma alargada y fina.
En conjunto, estos artesanos parecen una mezcla de bailarines, dentistas y acróbatas.
Incidentalmente, es sorprendente con qué facilidad se puede pegar un pedazo de vidrio fundido a otro.
Cuando el maestro terminó su trabajo, la pieza todavía no está terminada. La ponen en una cámara de enfriamiento donde se queda aproximadamente ocho horas para que el enfriamiento se produzca realmente a paso de tortuga - y cuando se trata de piezas de tamaño mayor, este proceso de enfriamiento controlado se extiende hasta varios días.
Luego, las piezas pasan a las manos de los pulidores - con toda clase de piedras o polvos, según el tipo de pulido requerido. Este pulido tiene como propósito, a veces, restaurar o agregar brillo a la pieza, y a veces, agregarle a la pieza rasgos adicionales como podrían ser, por ejemplo, los ojos de una lechuza.
Finalmente, ciertas piezas requieren dibujos por grabado, lo que, como ya dicho, es todo un arte muy sutil de por sí.