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  Tuvimos que rectificar una impresión que nos habíamos llevado de Rajrchi; donde vimos piedras, ensambladas perfectamente en su faz visible, pero dejadas toscas en el interior del muro. Aquí, en el Jrori Cancha, gracias al vandalismo español que truncó a uñeta y martillo una de las murallas incaicas para hacer espacio para sus propias construcciones, vimos el interior de la tal muralla, y vimos con incredulidad pero con la evidencia de lo palpable, la fabulosa perfección del ensamblaje de las piedras aun en las entrañas de la muralla.

  Vimos una piedra, entre las muchísimas de la muralla, una verdadera maravilla de por sí: con, en su lado a la vista, 6, seis, facetas y 14 ángulos diferentes; parte del vano trapezoidal de entrada al santuario del Sol, con doble jamba y doble dintel.

  En la faz de varios sillares, vimos, por primera vez, unas protuberancias, partes monolíticas del plano pulido de las piedras, de varios tamaños y de varias formas. Se puede solamente especular en cuanto a su significado o utilidad. Si se dieran en las faces internas de las piedras, se podría especular que servían para obtener una mejor cohesión con las piedras adyacentes, pero no así, estando en la faz externa. Parece difícil que hayan sido decoraciones, porque no son obviamente estéticas, seguramente no agregan gran cosa a la noble grandeza del conjunto. Quizás tenían algún significado como ideogramas. 

  Las paredes, en sí, son admirablemente antisísmicas. Apenas algunos bloques están movidos un poco de su sitio por los sismos de los siglos, sin poner en peligro la estabilidad del conjunto; mientras que las construcciones parásitas españolas sufren daños, a veces muy serios. Por ejemplo, en el fuerte terremoto de 1950, todas las iglesias y 90/oo de las demás construcciones coloniales fueron dañadas. De manera muy sugestiva, justamente el conjunto iglesia-convento de Santo Domingo, asentado sobre las fundaciones del templo del Sol - o de la cancha del Inti, para decirlo a la manera autóctona - sufrió serios daños mientras que las fundaciones incaicas, por las cuales las destructivas olas sísmicas le fueron transmitidas, apenas si se movieron.

  Fue recién en 1982 que se concluyó los trabajos de restauración de la parte española.  La parte incaica no necesitó restauración.

  Incidentalmente, esta destrucción de 1950 fue aprovechada juiciosamente: las iglesias fueron reconstruidas no como estaban antes de 1950, sino como estaban originalmente, antes de 1650, cuando, después de aquel fortísimo temblor, las habían reconstruido con "modernizaciones"; o sea que, ahora, son más auténticas que durante tres siglos, de 1650 a 1950.
 
  Es, en realidad, gracias a un terremoto que, finalmente, se descubrió que paredes que se creía que eran coloniales, en realidad eran, y son, incaicas. Resulta que los primeros frailes cubrieron de estuco y de pinturas unas paredes incaicas; generaciones posteriores dieron por evidente que eran >>>>>>>>