Teniendo el conjunto a la vista, como lo tenemos ahora, es difícil creer que las mismas manos, la misma cultura, haya creado el primitivismo geométrico de las tallas en el peñón, y el refinamiento de la cantería del zócalo. Mucho más fácil es creer que lo del peñón data de otros tiempos, anteriores, y que el zócalo fue agregado muy posteriormente - facilidad de especulación que no da sello de realidad histórica.
Se vino una fuerte tormenta por encima de la gran vista de la ciudad y del valle del Cusco, la tormenta que ya parece programada para todas las tardecitas de esta zona.
Y aquí estamos, trabajando.
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Pasaron dos días.
Ayer tempranito, emprendimos la visita sistemática de la ciudad de Cusco - y de sus alrededores, de los cuales conocíamos sólo Jr'enjo.
Nos habíamos conseguido los horarios de visitas de los varios sitios; nos habíamos hecho un cronograma para combinar la relación horaria y la relación geográfica de los sitios lo más eficientemente posible. Y con el primer sitio, toda esta linda organización se nos hizo añicos por dos frentes a la vez.
Primero, nos topamos con la existencia de la red de mercantilismo cusqueño hasta el momento desconocida por nosotros, descaradamente tendida para pelar vivos a los turistas, red que, sin quererlo ni saberlo, habíamos evitado en Chinchero y en Jr'enjo. Descubrimos que, en el ilustre municipio de Cusco, el turista o el estudioso que quiere ver algún o algunos sitios tiene que pagar por todos los sitios aunque parte no le interese; "pagar todo o ver nada" es la bienvenida cusqueña a los forasteros - y sin garantía de horarios, que fue el segundo frente de nuestra desintegración; en la oficina de información le dan a cada uno, y a todos, una sonrisa y una lista de horarios, pero es como dar una sonrisa y una daga en la espalda porque uno se hace un lindo plancito de visitas y encuentra que la mitad de los horarios es pura fantasía sin relación con la realidad; de manera que la bienvenida total cusqueña a los forasteros es no sólo "pagar todo o ver nada" sino también "pagar seguro, ver tal vez".
Y ¿qué pasa si alguien tiene interés en una sola cosa, pero bastante interés como para volver a visitarla dos o más veces - ya sea en el mismo día o días subsiguientes? Pues, para cada visita a su sitio predilecto tendrá que comprar otra vez todos los boletos para todos los demás sitios también. Qué descarada barbaridad; y qué imbecilidad.