Y ahora, el relato de las ruinas.
Ya al ir acercándonos al pueblo, notamos que el camino de acceso costeaba fielmente un vestigio de muro de piedras que no podía ser un simple cerco utilitario de hoy, que debía de haber sido alguna construcción cuidadosa y planificada. Seguimos dicho camino y dicho muro hasta pasada la entradita misma al pueblo. Pasada la entrada, se agregaron, por encima de aquel muro al nivel del camino, dos terrazas con dos muros similares adicionales: sin duda, alguna fortificación. Nos dijimos que eso era las ruinas. Nada grandioso, por cierto; y sin barro.
Entonces, nos colamos en la plazoleta, cuyo aspecto bucólico nos invitaba a visitarla. Pero ahí fue la sorpresa.
No por la plazoleta, muy agradable sin duda, sino por aquello irguiéndose un poco más allá, por una de las entradas peatonales, como una visión irreal - ruinas sin duda, pero ruinas como ninguna otra. No supimos qué mirar primero, y sin creer nuestros ojos.
En resumen, hay aquí, en Rajrchi, un conjunto de ruinas, que no se puede llamar grandiosas, pero ciertamente sí inhabituales, extensas, interesantes, complejas y, en partes, inexplicables.
ШШШ Hay ruinas de un templo que se llama de Huirajrocha - la manera correcta, por lo oído, de decir el incorrecto Viracocha; Huirajrocha. Pero, de este templo, no se sabe muy bien cómo estaba estructurado; y el caso es de inhabitual interés.
Sirviendo de base para especulaciones, hay, a manera de división axial, algo que no se puede llamar un muro porque el 1,5 metro de su grosor y los 3/4 inferiores de los aproximados 12 metros de su altura están interrumpidos por diez amplios vanos, si bien su 1/4 alto sigue sin solución de continuidad a todo su largo horizontal con sus propios 3 metros de altura; algo que, empero, tampoco se puede llamar una columnata porque cada uno de los once segmentos que definen los diez vanos no es simplemente un pilar o una columna, sino efectivamente un segmento de muro.
Rajrchi
Otra característica sorprendente, hasta increíble, de este - muro recortado, o como se lo quiera llamar, es que, mientras la parte baja de cada uno de los once segmentos está hecha de piedras labradas y ensambladas en la inconfundible excelsa manera incaica, la parte alta de cada segmento, y la parte superior sin solución de continuidad, están hechas de adobe. ¿De adobe, los Tahuantinsuyenses? ¿De vulgar adobe conyugado con la magnificencia de las piedras labradas?
Primero, no lo quisimos creer. Pero hubo que creerlo. Además, el adobe no es cualquier adobe, es un adobe que solamente gentes con aspiraciones de perfección podían haber hecho. No es simplemente adobe amontonado, sino una estructura de finas láminas de adobe encimadas y encimadas, hasta alcanzar el grosor deseado. Qué diferencia entre este adobe hojaldrado y el adobe común.