Después de ver este puente Eiffel, buscamos el convento de Santa Catalina. Preguntamos a un policía "¿es éste el convento de Santa Catalina?"; y él nos contestó, poniendo lo más importante primero "tenga cuidado con los amigos de lo ajeno, sí, éste es el convento".
Pero no lo vamos a visitar ahora. Tenemos que ocuparnos de la decisión fundamental de si vamos o no al Cuzco. Habrá que juntar datos y pensar mucho.
Hemos juntado datos.
Tuvimos la gran suerte de entrar en contacto con uno de los dueños de una cadena de negocios con sucursales en varios pueblos de esta parte del Perú, inclusive en Cuzco.
Nos dio valiosa información en cuanto al camino; resulta que hay un camino nuevo, lo que, naturalmente, no quiere decir bueno, que no figura en ningún mapa, pero dentro de lo malo, mejor que el camino tradicional por Juliaca.
Con una eficiencia que ya nos habíamos olvidado que podía existir, llamó en seguida por teléfono a la sucursal de Cuzco para informarse del estado del tiempo, o sea de las lluvias, recibiendo la información de que lluvias ya hay pero todavía sólo muy ligeras, y de que los caminos son todavía transitables entre Arequipa y Cuzco; no tan benigna, la situación en Machu Picchu donde, por su altitud menor que Cuzco, ya llueve abundantemente.
Haciendo gala de una noble generosidad y multiplicando infinitamente nuestra suerte de haberlo conocido, puso a nuestra disposición cualquier sucursal donde pudiésemos necesitar algo - lo que, de inmediato, solucionó por milagro el problema hasta ahora insoluble de dónde dejar el vehículo en total seguridad durante nuestra visita a Machu Picchu - con el patio cerrado de su sucursal en Cuzco. Qué alivio. Parece que todo nos empuja a ir.
Hablando con dicho hombre, también redescubrimos las delicias de hablar con alguien con conceptos claros y manera clara de expresarlos.
En base a esta información, no buena del todo, pero no mala del todo, y a este ofrecimiento de corazón de las sucursales que nos da una solución que ni en sueño podíamos prever; y tomando en consideración la tremenda vuelta que significaría ir ahora primero por Chile a Tierra del Fuego y luego regresar al Cuzco antes de llegar al Paraguay y a Brasil; parece, después de fatigosas cogitaciones, que vamos a arriesgar lo del Cuzco. Recién mañana por la mañana decidiremos definitivamente, para dejar asentar las cosas en la cabeza.
Estamos otra vez estacionados en la Plaza de Armas. Esta vez, Božka fue a hacer alguna diligencia, y Karel está cuidando el coche.