Y es esta hormona que los cirujanos gliptolíticos utilizaban como ayuda en la extirpación de tumores cancerosos.
Así hablan las piedras gliptolíticas según nos dijo el Dr. Cabrera.
No satisfecho con enterarse de las enseñanzas que descubre en sus piedras, el Dr. Cabrera también las utiliza para sus propios descubrimientos.
En base a sus conocimientos gliptolíticos, nos dijo, estableció un nuevo ordenamiento molecular, basado en los valores crecientes de los radios de los átomos - dijo él esta palabra - que constituyen las moléculas.
El interés de esta tabla no es lo que la tabla enumera sino lo que le falta, apuntando así a posibles moléculas desconocidas.
Es en base a este mecanismo combinado con otros conocimientos que el médico-arqueólogo-intérprete gliptolítico puede vaticinar la fórmula de la molécula de la hormona anti-rechazo como siendo - aquí lo tenemos negro sobre blanco -C20H30O2;
y también la fórmula de la molécula de la hormona anti-cáncer como siendo C22H32O5.
Y sigue diciendo el Dr. Cabrera.
Otro problema de la humanidad - y más universal que transplante de órganos o cáncer, porque de verdad aqueja a toda la humanidad - y que tiene su solución en los libros gliptolíticos, es que los cerebros de los eruditos humanos, si bien son capaces, en su mayoría, de recibir y repetir, no son capaces de reflexionar por cuenta propia, callejón sin esperanza porque los que no reflexionan, envueltos en la vanagloria de su erudición, no se dan cuenta de que no reflexionan, y los que reflexionan no son bastantes para permear y arrastrar la humanidad con su cordura.
Punto de vista con el cual querella ciertamente no podríamos tener. Sorprendentemente, la misma triste constatación que, cuántas veces ya, tuvimos que sufrir y referir nosotros. Solamente que mucho mejor expresado por nuestro interlocutor.
Pero, ¿y el remedio? Dice el Dr. Cabrera, interpretando la glíptica de sus piedras: activación de la glándula pineal hasta lograr su normal funcionamiento. Y agrega el médico: desgraciadamente, la medicina actual se niega, por trágico error, a conferirle a esta glándula pineal la importancia que le corresponde, por considerarla solamente un rezago de la evolución.
Parecería elemental miramiento no poner en aprietos al médico epigrafista con la candente pregunta del alba y del ocaso - antes mismo del advenimiento de nuestra propia humanidad - de semejante super-civilización que la civilización humana puede admirar pero, por ahora, no emular.
Pero el Dr. Cabrera tiene contestación a esta inquietud también; mejor dicho, >>>>>>>> >>>>>>>>