En este mismo sitio, estamos lado a lado con el ferrocarril de trocha común más alto de la Tierra, que cruza la misma cresta, a sólo pocos metros de diferencia de altitud de la carretera, habiendo vencido las dificultades topográficas por medio de más de 60 túneles, más de 60 puentes, más de 15 retrocesos; y no es de hoy; fue construido en los años 1870.
Unos puentes del ferrocarril
Anotamos los túneles, puentes y retrocesos con el sibilino, esquivo, "más de" porque ni en cosas tan concretas y tangibles como retrocesos, puentes y túneles, las distinguidas estadísticas logran ponerse de acuerdo; porque leímos, desde el mínimo, que anotamos, hasta 66 túneles, hasta 67 puentes, hasta 22 retrocesos, cuando cualquier escolar provisto de un papel con tres columnas, de un lápiz y de un boleto, podría recorrer la línea, anotando un palito para cada puente, túnel, retroceso, sin equivocarse de columna, a la ida, y repetir las anotaciones a la vuelta para verificar la perfección de su primera anotación.
Y como, aun con los guarismos mínimos, este ferrocarril es uno de los notables de la Tierra, nos satisfacemos con ellos, simplemente con la posibilidad de que puedan ser algo "más de".
De todos modos, más maravillosa que esta maravilla ingenieril nos parece la abismal maravilla cerebral de que las estadísticas no se puedan poner de acuerdo en nada, ni en lo más palpable, identificable y estable.
Finalmente, aun cuando este ferrocarril es el campeón mundial en altitud, en la topografía peruana hay otro ferrocarril inordinario elevándose a más de 4.000 metros de altitud.
Estamos de vuelta en Chosica para otra noche tranquila, seguramente sin ruidos y probablemente sin ladrones.
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Esta mañana, salimos de Chosica a obscuras.
Acabamos de quedarnos varias horas, hasta después del mediodía, en la soledad del desierto, antes de llegar al observatorio de Jicamarca, dedicándonos a las habituales tareas varias.
Varias horas nos quedamos en la soledad del desierto sin el menor asomo de vida; ni un pájaro, ningún otro bicho, ni siquiera de los reptantes; ninguna plantita, ningún cacto, nada; por lo tanto, ninguna fragancia como disfrutamos en otros desiertos; solamente el viento introdujo un poco de variedad: cuando llegamos, tempranito, el aire estaba quieto; luego, casi imperceptiblemente, empezó a cobrar movimiento; y ahora el viento está fuerte y parejo.
Ahora, de vuelta al observatorio.